Esperanza e incertidumbre ante la vacunación
A fines del año 2020, más de 200 vacunas para combatir el Covid-19 se encontraban en fase de desarrollo, 30 vacunas estaban en fase de pruebas clínicas y al menos 9 vacunas habían alcanzado la fase tres. Solo entre tres y cinco compañías declaraban efectividad y seguridad, lo que llenó de esperanza a la población mundial. Sin ir más lejos, en diciembre último Pfizer recibía la aprobación del Instituto de Salud Pública de Chile y el Ministro de Salud anunciaba que la primera vacuna comenzaría a administrarse a fines del mismo mes.
En el marco de la llegada de casi 2 millones de dosis de la vacuna, el Gobierno ha dado a conocer el calendario de vacunación masiva contra el Covid-19, que comenzará con la inoculación de los adultos mayores. Con el inicio de esta etapa de vacunación, aumentan los desafíos que deberán enfrentar a nivel global los fabricantes, distribuidores y gobiernos, siendo clave el trabajo colaborativo.
Aunque hoy no parece haber una restricción de capacidad significativa y existen numerosos fabricantes, en el momento en que las vacunas demuestren su efectividad, se incrementará la demanda hacia las empresas más exitosas. Por consiguiente, eso puede poner en riesgo la capacidad productiva, especialmente, si los gobiernos y otros compradores realizan compras masivas. Ya fuimos testigos de la guerra por los Elementos de Protección Personal (EPP) y respiradores. Por lo anterior, sería de gran ayuda que las distintas empresas discutieran la posibilidad de compartir capacidades de producción.
Por otra parte, los desafíos para mantener la cadena de frío desde la distribución hasta la administración de la vacuna, cada vez se acrecientan más. Los dos pioneros en la carrera de las vacunas se basan en tecnologías de ARN mensajero, que requieren el almacenaje a temperaturas tan bajas como -20, -70 grados C°. Lograr la mantención de las dosis congeladas requiere de una estrecha coordinación. Con ese fin, que los fabricantes deberían establecer una red de distribución y gestión de pedidos que utilice las redes existentes, pero que les permita hacer frente a la creciente complejidad de las diversas rutas de comercialización.
Alrededor de todo el mundo existen grupos reacios a vacunarse, lo que también puede distorsionar la real demanda existente. Como resultado, es posible que algunas dosis no se utilicen y se desperdicien. Por tanto, el seguimiento en tiempo real de la demanda de vacunas es fundamental para optimizar la asignación del suministro.
La pandemia ha demostrado que la colaboración es la clave del éxito y hasta la fecha lamentablemente hemos visto más competencia que colaboración. Una vacuna desperdiciada es una vacuna que no es utilizada, por ejemplo, en países pobres, lo que en palabras del director de la OMS sería un fracaso moral.
Es determinante contar con sistemas que permitan entender la demanda real y responder con agilidad ante esto. Cabe destacar que Chile ha sido y es un país avanzado en inmunización en la región y tiene un sistema nacional de salud que ha estructurado de manera eficaz los programas de vacunación, sin embargo, ningún país del mundo se ha enfrentado previamente a esta situación y nuestro país por supuesto que no está libre de los riesgos y desafíos mencionados. Debemos tomar una actitud ágil y no correr el riesgo de ser autocomplacientes.
Antonio Martínez, Senior Manager de Deloitte