El costo del coronavirus incluye empobrecimiento y vulnerabilidad social
Al cumplir un año y algo en pandemia nuestro país ha entrado en el momento más oscuro y complejo; la paradoja es que mientras un alto porcentaje de personas se ha vacunado los contagios siguen aumentando: algo se ha dejado de hacer o las medidas no funcionan. La autoridad en lugar de dar información clara y recomendaciones de manera sistemática, ha entregado señales contradictorias como falsa normalidad incluso descalificando a expertos médicos y científicos e instituciones independientes que han intentado poner sobre la mesa una alerta de una ola de contagios como la que estamos viviendo
Para enfrentar la actual situación de pandemias y los efectos que esta dejara en aumento de la pobreza, precariedad social y el estrés traumático en las personas y en el país se requiere de un liderazgo firme, y con respaldo ciudadano y de una elite política más conectada con las personas y con menos ansias de poder. Que piensen un poquito en las chilenas y chilenos y no solo en sí mismos, el virus no es un juego y se requiere informar bien sobre sus consecuencias. Este virus mata no solo a los viejos, también a los jóvenes y sanos como ha quedado demostrado y hay que decirlo con claridad y enfrentarlo con todos los que saben y en unidad como país.
Hay algo que no es responsabilidad del gobierno ni de la clase política y es la indolencia profunda que tiene que ver con el comportamiento de miles de personas con acceso a la información y con medios para mantenerse en aislamiento que han privilegiado su bienestar personal en momentos que debemos cumplir las normas sanitarias.
Los tacos de automóviles en las carreteras, provocados por miles de santiaguino intentando dejar la cuidad el fin de semana largo, las largas filas para comprar pescado para la festividad, las fiestas y carretes clandestinos, empresas no esenciales funcionando; es algo que dice mucho de nuestra convivencias como sociedad mientras hay gente muriendo cada rato y una amenaza que se extiende en contagios con el personal de salud exhausto, pero hay quienes solo buscan saltarse las reglas con cero empatía por los demás.
Pucha que falta conciencia y un poco de solidaridad para entender que ésta es una enfermedad contagiosa que mata a las personas y que para poder lograr salir de esta situación debemos todos estar dispuestos al menos a respetar la norma sanitaria; más cuando los efectos colaterales de empobrecimiento y vulnerabilidad social está golpeando fuerte en poblaciones donde no llega el delivery con muchos hogares que no tienen para alimentar a los suyos.
El culto al individualismo promovido por los impulsores del modelo está pasándonos la cuenta como sociedad.
Arturo Martínez. M.
Dirigente Sindical