Un mal conversador

“Nunca luches con un cerdo, ya que ambos se ensuciaran, pero el cerdo lo disfrutará”. Y yo diría además, “A palabras infecciosas oídos penicilínicos”.
Las dos frases mencionadas, simplemente nos conducen a la siguiente conclusión:“No gastemos nuestro tiempo des-compensándonos, en hacerles ver sus errores a nuestros interlocutores necios, en discusiones apasionadas y largos argumentos innecesarios. A ellos, solo les gusta ganar o empatar en una conversación donde existan discrepancias”.
Si estás seguro de tu razonar y posees la convicción del conocimiento en esos X asuntos en discusión o dimes y diretes, no debatas en vano, calla y aléjate de un posible altercado de palabras mayores.
Prioriza el silencio ante el descontrol de tu interlocutor cuando este se encuentre destemplado, cerrado y desperfilado; el silencio te evitará problemas, aunque tu sosegada apariencia parezca una aceptación de la postura opuesta.
El no estar de acuerdo en una conversación o una situación, cualquiera que esta sea, es pan de cada día y es preciso que aprendamos a vivir asumiendo que siempre discreparemos o discreparán con nosotros en muchas materias; lo que no debe de significar, que la persona con la cual conversamos en discrepancia, es nuestro enemigo.
Estas desavenencias son la mayoría de las veces alteradoras de los estados de ánimo y el consejo a seguir, es no enfocarse en una disputa oratorica con estos individuos polémicos y jaliscos que nunca pierden, ya que creen tener siempre la razón en sus argumentos; no obstante, debemos aprender a reconocer nuestras equivocaciones y desconocimientos en temas puntuales y a la vez, cuando no demos el tono en un debate por desconocimiento o una mala argumentación reconozcámoslo humildemente y admitamos nuestro desacierto. Evitemos confrontaciones con estos defensores de argumentos ambiguos ; a los que la vida se encargará tarde o temprano, de hacerles ver sus equivocaciones; demostrándoles que sus formas de argumentar y defender sus enjuiciamientos, sus críticas y sus diferencias con los demás eran defendidas de forma incorrecta.
Tener la capacidad de discrepar sin tomarlo a pecho, habla muy bien de la inteligencia emocional de las personas ya que, éstas diversas opiniones, no alteraran la armonía y las posibles controversias serán filtradas rápidamente para no alterar tus emociones o tu comportamiento rutinario. No te contamines ni te desarmonices más de la cuenta con estos personajes tóxicos, que lo único que lograran, es destemplarte en tu estado de ánimo.
Este simple acto de “desdecir” la opinión de alguien o no estar en completo acuerdo con su posición, muchas veces nos lleva a discusiones innecesarias por nuestra poca capacidad de tolerancia y para discernir de forma correcta una discrepancia.
Tenemos que aprender a llevar bien estas dispares opiniones y timonear a buen puerto nuestras desavenencias; que no nos afecten más de la cuenta el equilibrio y el estado de ánimo al ver que las personas con las que tenemos diferencias se cierran en sus posturas. Como se dice por ahí, el diferir con los demás es un arte; la oratoria es un gran don que poseen algunos, lo que NO SIGNIFICA, defender los argumentos creyéndonos los dueños absolutos de la verdad, ya que caeremos en la prepotencia al creer tener siempre la razón en nuestras opiniones y no aceptar el parecer de los demás. EL creer que se es dueño de la verdad; llevando la contraria en todo, defendiendo porfiadamente los criterios de nuestros pareceres y no manejando la frustración; te hacer ser un indeseado conversador.
HUBERZZA