Con una visión a una inexistente excelencia

Las sociedades que se acercan a la perfección en relación a los derechos y deberes ciudadanos, más una calidad de vida digna, justa y sana con una salubridad política, moral y social de primer nivel; no existen, solo se pueden crear en la mente de sociólogos soñadores o guionistas de cine de ciencia ficción que quieren proyectar en sus películas una sociedad contemporánea totalmente justa en un paraíso terrenal ficticio con una supuesta sanidad pública a toda prueba.
Los diez países que se acercan a una madurez social casi óptima, son: Noruega, Canadá, Suecia, Australia, Suiza, Holanda, Dinamarca, Nueva Zelanda, Islandia y Luxemburgo. Países que se destacan por sus notorias igualdades y paridades entre todos sus habitantes, sin importar su condición sociocultural. Un ejemplo de naciones a las cuales los nuevos constituyentes deberían apuntar. Proyectándonos más en la palabra “Perfección”, tendríamos que decir, que estas sociedades deberían poseer excelentes cualidades para alcanzar el punto más alto en lo que se desea lograr. Simplemente, una perfección cómo país en su totalidad, y en estricto rigor, no la tienen. Quiero expresar que las sociedades antes mencionadas con matices de perfección; también rayan en lo utópico, con algunas falencias sociales, como por ejemplo los altos niveles de muertes por sobredosis de drogas letales, más lo caro de los productos básicos de consumo y los altos pagos de impuesto de sus ciudadanos a las arcas fiscales, como ven; nada es regalado y tampoco perfecto en esas sociedades.
La excelencia y un vivir esplendoroso en estas comunidades es un mito; el buen vivir va por otro lado, se instala en otros ámbitos como por ejemplo; que todos, absolutamente todos son iguales ante la ley, y que existe un respeto total hacia los diferentes poderes del Estado; en donde realmente hay paridad de géneros e inclusión. Está en que los deberes y obligaciones ciudadan@s están primero que los placeres y beneficios ciudadanos; en que los pagos de impuestos y la buena conducta de tod@s en general son obligatorias e indispensables para el buen desempeño de la nación; en que primero se prioriza a los niños, ancianos y enfermos con los dineros que genera el país y muchos otros aspectos incluidos en sus cartas magnas que debiésemos de observar.
Como ves, es imposible llegar a la perfección, en lo que respecta a los requerimientos de la actual sociedad chilena imperante. La proclamación de leyes para una óptima constitución política de la nación o un trabajo de similares características en una redacción que se acerque a lo impecable y perfecto en el resultado final de esos requerimientos ciudadanos, que hoy en día está tan de moda; para muchos no serán los ideales y tendrán errores y falencias o simplemente algunos defectos mirados desde su punto de vista político e idiosincrasia.
Como dicen por ahí;“nada es perfecto” ya que formamos una sociedad carente de objetividad, con ambiciones desmedidas, ansias de poder desmesuradas, poca empatía, recelos y rencores. Pertenecemos a un Chile injusto, un Chile que tiene una deuda tremenda con sus ancianos ciudadanos y jóvenes vulnerados, un Estado chileno que tiene una deuda histórica no solo con su pueblo originario, también con sus profesores pésimamente mal pensionados. La perfección está muy lejos de lo mundano y lo terrenal, la perfección está en la concepción de la vida y en la pureza de los ojos y las sonrisas de los niños; la excelencia se logra cuando actúas correctamente con honestidad y sacrificio en tus obligaciones de constituyente; No caigan en conductas equivocadas, no hagan lo supuestamente correcto y con mucha perfección, para que resulte algo incorrecto e imperfecto.

HUBERZZA