COVID-19 y la reivindicación de la interdisciplina
La emergencia sanitaria en curso adquiere significados diversos dependiendo de quién la observa. Para los virólogos el COVID-19 es una enfermedad contagiosa producida por el SARS-CoV-2, para los médicos es un cuadro respiratorio infeccioso que causa estragos en los pacientes. Los inmunólogos se interesan por el estímulo de este patógeno al sistema inmunológico, en cambio, los epidemiólogos ven una enfermedad viral que se propaga en la población por mecanismos particulares. Para los antropólogos y sociólogos es un problema multifacético al que se enfrentan personas particulares, que viven en condiciones sociales y materiales específicas, y los economistas ven una amenaza que afecta la producción de recursos.
Las diferentes disciplinas proponen diferentes paradigmas, y cada una de ellas se nutre del trabajo de las demás. Una buena interdisciplinariedad no es simplemente una cuestión de lograr la completitud, sino que requiere prestar atención a las diversas preocupaciones e incorporar la negociación receptiva de sus posibilidades de colaboración y las tensiones entre ellas.
No es sólo el sector sanitario lo que nos guiará a través del COVID-19 y más allá, sino también la integración de las percepciones económicas, ambientales, psicológicas, sociológicas y políticas. La investigación interdisciplinaria ya ha proporcionado una visión amplia de las desigualdades en salud, los estigmas sociales de las enfermedades, los desafíos religiosos y espirituales de las pandemias y sus efectos en los hábitats naturales.
Y aunque COVID-19 afecta principalmente al pulmón, sus efectos multiorgánicos requieren un enfoque interdisciplinario con prácticamente todas las ramas de la medicina interna. Para los sobrevivientes de un cuadro grave, haber derrotado al virus es el inicio de un camino de recuperación inexplorado, que depende de la extensión y gravedad del compromiso en diferentes órganos. Con estudios prospectivos que recién se inician, aún tenemos que comprender cómo avanza esta enfermedad y qué consecuencias podrían tener los sobrevivientes. Es de suma importancia que se establezcan servicios de seguimiento integral después del alta, identificar necesidades clínicas específicas y diseñar planes de atención integral e individualizados, en los que deberán participar médicos, kinesiólogos, fonoaudiólogos y terapeutas ocupacionales, entre otros profesionales.
La interdisciplinariedad, para que valga la pena, no es una cuestión de adición, sino de negociación. Aquí radica una tarea para nosotros, los académicos. Haríamos bien en abordar las complejidades de estos conflictos, manteniendo conversaciones interdisciplinarias, reconociendo que colaborar requiere elaborar compromisos y analizar cómo y dónde se pueden acomodar objetivos divergentes.
Rommy von Bernhardi M.
Decana Facultad de Ciencias de la Salud
Universidad San Sebastián