Fake News ¿Un peligro para la libertad de expresión?
La llegada de la inmediatez, la vorágine por publicar primero y la democratización de los medios han generado un nuevo problema, que hasta la fecha es muy difícil de resolver, en gran medida porque cualquier intento de solución podría afectar el consagrado derecho de libertad de expresión. Hablamos de las famosas “Fake News”.
Este es un problema grave, que se relaciona directamente con el núcleo de la ética, la libertad de expresión y las nuevas tecnologías, tres factores que se encuentran en puja dentro de un contexto que tiene en jaque a la nueva era del periodismo ciudadano.
En este particular apartado, las bondades de las nuevas realidades en materia de comunicación muestran su lado más oscuro, devolviendo relevancia a los medios clásicos de comunicación, los cuales tampoco están librados de este problema, pero ciertamente son afectados en menor medida.
La falta de ética que abunda en los oscuros rincones del internet y la casi nula regulación de los medios de comunicación personales, en parte por las protecciones propias a la libertad de expresión, han generado el contexto perfecto para la proliferación de noticias falsas, que muchas veces no tienen otro fin que vandalizar sin otra finalidad alguna, más que el mero entusiasmo, como el famoso caso de los “mensajes en cadena” que solo tienen el fin de difundirse.
En cualquier caso, y por múltiples motivos, las noticias falsas han inundado las redes, potenciando un descrédito generalizado a los blogs y medios personales. Esta extraña situación ha revalorado la credibilidad de los medios tradicionales, que por su estructura, conocimiento y experiencia tiende a desarrollar un mejor sistema de validación de noticias.
Si bien también tenemos que aceptar que estos últimos también se ven afectados, son más estables y confiables que los medios unipersonales que abundan en internet.
Como medida desesperada se ha intentado dar solución por medio del bloqueo de cuentas, denuncias civiles y complejos algoritmos de inteligencia artificial para bajar la visibilidad de las noticias marcadas como falsas.
Esta nueva barrera casi exclusiva de las redes sociales ha abierto nuevamente la polémica: ¿se trata de una violación a la libertad de expresión? ¿censura previa?
La discusión se revivió de forma internacional, cuando el 6 de enero del este año (2021), dentro de un contexto de disturbios que tuvieron lugar en el Capitolio, Twitter bloquea la cuenta del expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, una figura política famosa por sus polémicas declaraciones en la red social.
Las posturas sobre este tipo de bloqueos son diversas, pero en términos objetivos nada parece apuntar a que estamos en presencia de violaciones a los derechos de expresión, sin embargo, la respuesta más benigna con la los tratados y legislaciones internacionales apuntan a regular un elemento distinto y clave, la difusión masiva.
En este sentido el uso de algoritmos adecuados podría detectar una noticia falsa, y limitar su llegada, a punto tal de que la misma permanezca disponible, para aquellos que desean verla y al mismo tiempo conteniendo una creciente ola de noticias falsas.
De uno u otro modo, de forma incansable se están planteando distintas soluciones en todo el mundo y no sería de extrañar que bajo este concepto tengamos alguna que otra sorpresa que de nuevo ponga la lupa en la controversia.
Nelson Damian Cabral