Una migración descontrolada, nos guste o no
Los últimos episodios xenofóbicos vividos en el norte del país demuestran lo mal que se está trabajando el asunto de los inmigrantes en Chile, pasando por las malas administraciones de los distintos gobiernos de turno en ese aspecto, al abrir las fronteras sin ningún control exhaustivo al extranjero que supuestamente viene a buscar un mejor futuro en el país y el errado nacionalismo de algunos chilenos con una visión extremadamente egoísta en el tema.
Desde algún tiempo atrás y en la actualidad estamos viviendo un proceso migratorio de gente de Venezuela, Colombia, Perú y Haití entre otros sin precedentes en nuestra historia; lo que es ya una realidad que no cambiará nos guste o no.
Por consiguiente y lamentablemente he palpado por esta ya verdad indesmentible una hostilidad muy acentuada en algunos compatriotas, reflejada en un marcado rechazo y recelo a los extranjeros que han llegado para quedarse definitivamente en el diario vivir de todos los habitantes que moramos en este fértil país.
Al respecto de este malestar; siempre me he preguntado; ¿si somos una nación racista? La respuesta aún no la tengo definida en un 100%, pero no me cabe la menor duda que somos integrantes de una sociedad muy discriminatoria e hipócrita; las cosas por su nombre; una muy importante parte de la población chilena de todos los extractos sociales , “ES y ha SIDO” discriminatoria social y racialmente hablando en lo que concierne a nuestra diversidad de razas o genotipos humanos, cómo también a nuestra condición económica o laboral y de forma muy marcada a la sexualidad y discapacidades físicas y mentales.
Por esta razón de vez en cuando es pertinente y forzoso que refresquemos la memoria y recordemos que somos una nación formada por inmigrantes que han llegado de distintas latitudes y que a través de los años se han mestizado entre sí; y a la vez no olvidemos que han habido muchos chilenos que por distintos motivos han emigrado a otras fronteras buscando un mejor futuro.
Esta cruza interracial también ha sido con los pueblos originarios de Chile, lo que ha formado un país con un linaje muy pluralista; somos una nación nueva de tan sólo 221 años, compuesta por muchas razas y por ende seguiremos en este mestizaje que no nos debe de molestar; al contrario, debemos de tomar lo mejor y adaptarlo a nuestro muy nuevo país.
He ahí el detalle; criticar en demasía al extranjero que viene a aportar no es correcto, es “NO” recordar nuestras múltiples raíces, o, a nuestros ancestros que llegaron a este país con recursos o sin ellos, pero muy esperanzados en vivir mejor de cómo lo hacían en sus países de nacimiento e incluso nos guste o no reconocerlo, algunos arrancando de la justicia en sus respectivas naciones de origen.
Otro asunto es el aprovechamiento o el oportunismo de algunos con cero aportes para el país, más los lamentables e indiscutibles delitos y el tipo de ejecución de estos que algunos extranjeros residentes han traído a la nación. Eso no tiene cuestionamiento y es tema para otra crónica; lo malo cómo la delincuencia propiamente tal, habrá que desecharla encarcelándolos o mandándolos de regreso a sus respectivos países, obviamente, dejando de lado al que viene con aportes y esperanzados cómo llegaron nuestros antepasados.
HUBERZZA