Reconociéndonos como inclusivos
En el marco del mes de la inclusión, es relevante hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué tan inclusivos somos? ¿Mis acciones reflejan lo inclusivo que soy? ¿Es solo un discurso políticamente correcto? Esto es determinante para reconocer si hemos avanzado como sociedad y si realmente la diversidad se constituye como un valor y no como una acción momentánea que nos hace aparentar lo progresista que podemos ser.
Desde los sistemas internacionales e interamericanos en materia de Derechos Humanos, se han declarado tratados generales y específicos que sin duda contribuyen en aceptar la diversidad como parte de las obligaciones de los Estados. En este contexto, observamos la manera en que existen diversas convenciones que condenan la discriminación racial o contra la mujer, y que protegen a los grupos en situación de vulnerabilidad como los niños y niñas, los migrantes, las personas mayores y aquellas en situación de discapacidad. A partir de estos acuerdos, las legislaciones de diversos países han adoptado medidas que favorecen la inclusión social.
Si bien se han hecho avances, existe una brecha importante si analizamos con atención las actitudes y acciones en nuestra vida cotidiana y que se traducen en condiciones de exclusión social, como los discursos aversivos, las conductas agresivas de algunos grupos frente a la diversidad sexual, las miradas atónitas frente a personas con discapacidad que presentan distinciones físicas aparentes, y las siestas interminables de las personas en el transporte público que evaden la obligación legal de dar el asiento a las personas que lo requieran, entre muchas otras. Entonces cabe pregúntanos ¿Qué tan inclusivos somos?
Evelyn Puga Directora Escuela Terapia Ocupacional Universidad de Las Américas