Día Internacional de las Personas con Discapacidad: Hora de hacer inclusión

Incluso en circunstancias normales, los 1.000 millones de personas que viven con discapacidad en todo el mundo tienen menos probabilidades de disfrutar del acceso a la educación, la atención sanitaria y los medios de subsistencia o de participar en la comunidad y ser incluidas en ella. Así lo declara el secretario General de la ONU, António Gutiérrez. Por eso, a medida que avanzamos en la recuperación de lo que ha implicado esta pandemia, debemos hacerlo también y con fuerza en materia de inclusión.
En el marco del aniversario de la promulgación por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas del día internacional de las personas con discapacidad (03 de Diciembre) y a nivel nacional de la Inclusión y la No Discriminación, parece fundamental reflexionar en torno a los procesos inclusivos y cómo hemos de cambiar la mirada situada en la discapacidad hacia la detección y abordaje de situaciones de discriminación que aún persisten y se sustentan en el etiquetado y estereotipo de las personas como referente para dejarles fuera del ejercicio de sus derechos.
Acceder a contextos dignos y de calidad en educación, trabajo, recreación, vida afectiva y sexual, entre otros, puede resultar habitual para muchos, pero un privilegio para aquellos que han sido invisibilizados o solo mencionados en fechas especiales.
Seguiremos hablando de inclusión mientras sea necesario, porque claramente aún no logramos hacer de ella un habitual, una forma de vida desde un enfoque de derechos que reconoce, valora y considera la más amplia diversidad como la norma y no la excepción.
Esto implica cambiar el paradigma de los y las especiales, de los y las angelitos, hacia la consideración de la situación de discapacidad o diversidad funcional como un grano de arena más en la playa de la diversidad, esta diversidad compuesta por todo aquello que nos diferencia por el sólo hecho de existir, eso que nos hace únicos, irrepetibles y valiosos en esencia y no producto de un diagnóstico u etiqueta.
Debemos reforzar este trabajo hoy, cuando la pandemia ha puesto un velo de invisibilidad sobre muchas realidades que buscábamos traer al frente. Son puntos clave en este cambio hacia contextos inclusivos no sólo las políticas y prácticas inclusivas, sino también la cultura inclusiva, esa que implica que la sociedad entiende una necesidad de actuación correcta, desde el respeto y valoración de todos y todas, que reconoce la importancia del trabajo en equipo, las redes, la información y valoración de todos y todas. Es decir, una sociedad en que la participación y representatividad en la toma de decisiones es amplia y diversa, es carente de prejuicios y estereotipos.

Sandra Pilar Urra Águila
Directora de Psicopedagogía y Educación Parvularia UNAB