Pequeño Saltamontes
Hubo un momento…en el proceso de desarrollo de la civilización en que los ancianos se constituyeron en la base de datos del grupo humano y transmitían la historia de su clan o tribu. Acumulaban experiencias y por ende podían predecir con sorprendente exactitud cuando lloverá y las consecuencias que ello podía acarrear para los riachuelos y esteros cercanos que bien podían salirse de madre y arrear con sus endebles viviendas. Sabían cuando era oportuno salir a cazar y pescar. Atesoraban los primeros conocimientos de yerbas medicinales, como curar una herida, alinear un hueso safado o quebrado y fueron los que crearon los principios rudimentarios de las religiones.
Eran también los depositarios de la historia de la tribu la que se repetía oralmente de generación en generación. Consultados antes de tomar cualquier decisión.
Un Tribunal Constitucional de la época.
Los viejos de hoy somos ñoños…molestos…impertinente. La sociedad moderna piensa que debemos ser infantilizados.
Veo los planes que las oficinas municipales del adulto mayor y no cabe duda que parecen creer que el cerebro se nos ha atrofiado y por ende nos infantilisan.
Muestran a un par de viejos bailando rock and roll…o de Reina del Adulto Mayor a una apergaminada dama con corona en su cabeza y cinta en bandolera. En lo personal me da vergüenza ajena que se presten para esa charada y molestia por los organizadores del a mi parecer…penoso show.
Tengo dos nietas de dieciséis y dieciocho años a quienes les gusto porque soy viejo. Porque les puedo contar como era la vida antes. Nuestra música…como vestíamos… como eran nuestros carretes…del pinchar y el pololeo…de cómo era la vida sin televisión…celulares…computadores…con juguetes de madera o lata. Que salíamos con los cabros de la cuadra a jugar a la pelota ahí mismo…en nuestra calle. Les hablo de trompos…bolitas…palitroques…caballitos de palo…y un largo etcétera.
Les cuesta creer que nos entreteníamos.
Que nos gustaba contar las películas que habíamos visto.
Les cuentos de los radio teatros infantiles…del Club de Tarzan con Julio Jung a la cabeza. De Radio Tanda, de Calderón en la radio Agricultura donde nació la Nueva Ola, los músicos varones se vestían como cualquier hijo de vecino y que la Fresia Soto había sido muy criticada por haber salido al escenario con un traje especialmente escotado…una tremenda ingenuidad al lado de las puestas en escenas más bien prostibularias de los músicos de hoy.
Era la época en que las madres no intentaban parecer. hermanas de sus hijas y los padres no salían a tomar chelas con los hijos.
Los viejos hoy día somos una incomodidad. No tenemos un rol preciso y por ende…ningún estatus.
Terminamos siendo algo así como la última chupada del mate y nuestros hijos se recienten cuando, rememorando viejos tiempos, esperamos que los cabros chicos pidan permiso para levantarse de la mesa, den las gracias, se limpien la boca al comer y apaguen la luz…cuando se lo ordenemos. Que nos salgan con que somos ñoños cuando nos sorprendemos de que no se saben las tablas y aseguren que el Combate Naval de Iquique fue en Rancagua.
Alejandro Iglesias