Mujeres: una dura realidad laboral
Estamos en un momento en el que tenemos la misión de recuperar todo lo que se perdió y se fraccionó a raíz de la crisis política, social y económica desencadenada por el estallido social y la pandemia. Una de las principales perdidas de este período, y nuestra más grande preocupación, es el retroceso de la mujer en su participación laboral. Por ello, hoy es importante detenernos y reflexionar sobre el rol que cada una de nosotras tiene en la sociedad.
Por siglos, nosotras hemos tenido el peso histórico de la obligación de cuidar y criar a los hijos. Se espera de nosotras que tengamos ciertos comportamientos, que nuestra prioridad sea solo el hogar y el cuidado de los niños, basados en un estereotipo de mamá y mujer perfecta.
Si bien es beneficioso para una madre tener cercanía con sus hijos, esta ‘sobre responsabilidad’ que se carga sobre nuestros hombros nos afecta de forma directa en nuestro desarrollo profesional y laboral. Y esto no es así para los hombres.
Antes de la pandemia existía una situación bastante mejor, con avances sumamente importantes. Pero vino la pandemia y este progreso, no solo se estancó, sino que retrocedió. En efecto, según cifras del Congreso Nacional “se ha retrocedido en al menos una década en la proporción de mujeres en edad de trabajar que participa activamente en el mercado de trabajo, ya sea trabajando o buscando empleo, cayendo desde un 53% antes de la crisis a un 46% a marzo de 2021”.
Durante la peor parte de la crisis sanitaria, muchas mujeres tuvieron que hacer malabares entre sus vidas, sus hogares, los hijos y sus trabajos remunerados. Incluso, aquellas que pudieron acceder al teletrabajo tuvieron que compatibilizar ambas tareas dentro de sus hogares. Con ello, muchas mujeres optaron simplemente por abandonar el mundo laboral, porque no tenían tiempo o porque ya no les era rentable ejercer a diario esta doble función.
A pesar de que las restricciones de movilidad ya son parte del pasado y las cifras de empleo han tenido avances sustantivos, las mujeres siguen quedando atrás en este proceso de recuperación.
Pero ¿qué medidas se pueden tomar? Hay varias propuestas y sin duda que todas colaboran, sin embargo, no hemos visto ninguna que sea realmente contundente, integral, que motive e incentive a las mujeres para que puedan reinsertarse al trabajo como antes de la pandemia.
Una de estas medidas, que nosotros valoramos como positiva, podría ser aprobar el proyecto de Ley de Sala Cuna Universal, que ya no limitaría a las empresas a que deban tener más de 20 trabajadoras para recién pagar la escolaridad para los hijos de hasta dos años. Y es que, los beneficios laborales asociados a los hijos deberían entregarse en igual medida a hombres y mujeres, con el objetivo de que se empareje la cancha al momento de acceder a una oportunidad laboral.
Pero todavía queda hacer un análisis más fino, y es que muchas de esas mujeres que quedaron cesantes hoy no cuentan con ningún otro apoyo: 8 de cada 10 jefaturas de hogares monoparentales son mujeres (INE 2020). Muchas de ellas, son mujeres que se hacen cargo solas de sus hijos.
Hoy día creo que nadie podría sostener que el cuidado de los hijos y del hogar es obligación exclusiva de la mujer. Esto es algo que se debe compartir e incluso podría beneficiar a los hombres, porque aumentaría su nivel de cercanía y apego con sus hijos. Pero creemos que debemos ir más allá.
Todos como sociedad tenemos una responsabilidad con el futuro de nuestros niños, de nuestros hijos. En la medida que miremos esto desde una perspectiva sistémica y ya no solo como un rol único y exclusivo de la madre que parió a esos hijos, quizás las cosas comiencen a cambiar.
Carmen Gloria Arroyo, abogada de Grupodefensa.cl