Comercio y 40 horas

En el debate sobre la reducción del horario laboral resulta fundamental equilibrar el atendible interés de los trabajadores por disponer de mayor tiempo para su vida personal con los efectos que la medida puede provocar en la sustentabilidad de las empresas. Cuando se proponen estos cambios, suele pensarse que todos los empleadores son grandes organizaciones con holgura financiera y organizacional suficiente para implementarlos. Sin embargo, existen sectores como el comercio, en el que conviven entidades de todos los tamaños, lo que hace complejo uniformar normas sin atender la diversidad de los destinatarios. El rubro de los centros comerciales ha participado en todas las instancias en que ha sido convocado para conversar sobre esta iniciativa legal. Concordando con la idea matriz que la inspira, se ha hecho presente la necesidad de que su aplicación sea gradual, a fin de lograr una adaptación de las pequeñas, medianas y grandes empresas de bienes y servicios que se emplazan en los 14 mil locales que conforman los 277 establecimientos comerciales, de Arica a Punta Arenas. Sobre todo en momentos en que el país y el mundo, enfrentan una situación económica caracterizada por bajos niveles de crecimiento y altos índices de inflación.
La experiencia en materia de legislación laboral enseña que muchas iniciativas, que nacen bien inspiradas y con loables propósitos, a veces terminan generando efectos contrarios a los previstos por sus autores. Los centros comerciales apoyan la reducción de la jornada laboral, pero ello no implica que para lograrla sea necesario, como algunos sostienen, también adelantar el horario de cierre del comercio, ya que ello sí puede afectar el empleo al reducirse el número de turnos necesarios y la productividad sectorial, especialmente en el caso de los pequeños y medianos establecimientos, lo que impactaría al comercio, principal empleador del país.
Katia Trusich
Presidenta Cámara de Centros Comerciales