Mentes disciplinadas: apruebo o rechazo

En esta era posmodernista una de las características es el hedonismo, el consumismo, la destrucción del discurso, las batallas biopolíticas y sobre todo la pérdida de identidad. Como parece ser una constante histórica, hoy la sociedad chilena se enfrenta la dicotomía entre lo “bueno o malo” o viceversa de lo “malo o lo bueno”. Tanto escoger bandos -como rotular qué es bueno o qué es malo-, dependerá de opciones morales e intereses de toda índole, tal como lo señala Sandel.
Al momento de tomar estas decisiones, vemos cómo las ideologías siguen captando a las personas y mantienen el control de sus cuerpos y mentes como lo definió el filósofo Michael Foucault. Al parecer seguimos siendo seres pensados y no pensantes, el sistema hegemónico tiene siempre el poder de generar patrones culturales, políticos y económicos. Es en este escenario, donde los seres humanos no tenemos poder de elegir o es más bien, solo tenemos ilusiones de creer elegir nuestras elecciones. Lo que acarrea un ser humano centrado en sí mismo carente de identidad, libertad y dignidad.
Los medios de comunicación operan como el ojo del observador; es decir, manipulan y definen nuestros pensamientos. Según el lado que estamos, las evidencias no son un factor determinante al momento de discriminar entre lo falso y lo real.
A pocas semanas del plebiscito de salida seguimos sin encontrarnos. Nuestra mirada sigue siendo cortoplacista e individualista. La “intelectualidad” se quedó callada o peor aún se atrincheró en sus posiciones y, en ocasiones, muchos a ciegas. De reflexión poco, de solidaridad nada y de reconocimiento de la verdad en el otro, mucho menos.
Sin embargo, queda esperanza de que a un año de cumplir 50 años de una dictadura no sigamos sin minarnos, no escribiendo discursos de separación y creyendo que los viejos textos aplican a los nuevos tiempos, en un Chile que se merece y se debe la oportunidad de sanar y crear un presente en común y un horizonte que le asegure sus derechos básicos a las nuevas generaciones.

Hugo Covarrubias
Académico Trabajo Social UCEN