El vértigo de las encuestas

Es recurrente observar a la opinión pública envuelta y tensada por el vértigo de las encuestas, un tipo de estudio al que se le asigna un valor predictivo de la más noble y alta importancia, olvidando por completo que muchas veces el resultado de la propia consulta, dependiendo de quién la apadrina, es utilizado como una herramienta más de persuasión. El solo hecho de haber errado tan notablemente en los porcentajes del último plebiscito de salida constitucional, es razón suficiente de levantar a lo menos una ceja para cuando se examinen estos fenómenos.

También es importante comprender que las empresas de estudio de mercado, más allá de las encuestas electorales, venden un sinnúmero de otros productos, pero son los periodos de comicios los que enmarcan las cartas de presentación más rutilantes para estas compañías frente a un mercado que siempre requerirá “estudios”de diversa índole. El problema, la cantidad de capital en credibilidad que se hipoteca cada vez que la encuesta falla.

En política los errores de cálculo son todavía más complejos y siempre podrá aludirse a alguna variable esquiva que no logró aislarse para mejorar la puntería. Lo polémico es la intensidad con que los estudios de mercado se van ejecutando “non stop”, como en un festival, provocando confusión, suspicacias y dudas.

Resulta paradójico que posplebiscito se hagan estudios para incluso intentar comprender por qué se falló, en una especie de loop auto referente y de metacognición de dudoso valor práctico. Incluso, en el pasado se han dado fenómenos tan peculiares como encuestas que hablan acerca de la “mucha”, “mediana” o “poca” confianza que para los encuestados implican los resultados de ¡las propias encuestas! (estudio de la DESUC de 2021).

En Chile hay más de 60 empresas que hacen estudios de este tipo, más de un tercio de ellas asociadas a la Asociación de Investigadores de Mercado y Opinión Pública. No es un misterio el mal momento por el que estas compañías están pasando, pero no solo en Chile, sino a nivel mundial, basta recordar como en 2016 todos los estudios daban por perdedor a Trump y al Brexit. ¿Cómo pueden producirse yerros tan estrepitosos?

Tal vez la única respuesta factible es que las encuestas sencillamente fallan por su propia naturaleza: la muestra, que nunca sustituirá al total representado. Al respecto, las empresas encuestadoras seguirán en estado defensivo esgrimiendo aquello de que la “fotografía que toman corresponde a un momento dado”, para con ello sacudirse la “exactitud” de la proyección predictiva que es lo que precisamente venden, sin embargo, no nos olvidemos que el propio método científico analiza “fotos” y prospecta a futuro.

Es consabido que predecir resultados no es tarea fácil o simple, pero bien valdría que las metodologías utilizadas fueran evaluadas constantemente y sus instrumentos predictivos mejorados con el fin de que los porcentajes finales que se acusen para tal o cual variable se acerquen más a la realidad, sin esto, no habrá otra forma de recuperar la confianza en las encuestas y seguirán siendo más bien una apuesta que una certeza.

Maciel Campos Director (I) Escuela de Publicidad y Relaciones Públicas Universidad de Las Américas