Combatiendo la obesidad infantil en Chile: Efectos de la actividad física en la salud de niños y niñas
Quizás uno de los problemas más frecuentes que enfrentamos los padres/cuidadores de niños posterior a la pandemia de Covid-19 es cómo volver a hacer que los niños jueguen libremente y dejen de lado las consolas o celulares, al menos por algún tiempo. Estamos frente a la generación que menos actividad física realiza, y lamentablemente Chile encabeza los rankings de obesidad infantil en Latinoamérica, y ocupa el quinto lugar de los países con niños menos activos. Revertir esta situación requiere del compromiso de las familias, como también de políticas públicas que fomenten la actividad física en todos los niveles.
Debemos diferenciar la inactividad física del sedentarismo. La inactividad física se refiere a que no hemos sido capaces de cumplir las recomendaciones de actividad física propuestas por la OMS, es decir, 75 a 150 minutos de actividad física moderada a vigorosa por semana. El sedentarismo en cambio se refiere principalmente al tiempo que pasamos sentados. Lo que ambos conceptos tienen en común es que se asocian a peores resultados en términos de salud. Por esto revertir la inactividad física y el sedentarismo se traducirá en beneficios en la salud en todas sus esferas, salud mental, salud metabólica, crecimiento saludable, desarrollo social, etc.
Sabemos que nada funciona mejor que el ejemplo, por lo tanto, una buena medida para revertir el sedentarismo en los niños es movernos!…organizar caminatas, juegos al aire libre, deportes, etc. Dependiendo del interés y la edad del niño, se pueden organizar muchas iniciativas, como por ejemplo actividades grupales con los niños del vecindario, o participar en escuelas deportivas. Para los niños, practicar muchos deportes es muy bueno, pues les da estímulos distintos y les permite desarrollar diferentes atributos físicos, como la flexibilidad, fuerza, coordinación, balance, resistencia, etc. Además, de fomentar el trabajo en equipo y el desarrollo de habilidades sociales.
Ahora, ¿qué hacemos si el niño insiste en jugar video juegos? Pensando desde el punto de vista de la actividad física, podríamos elegir juegos que contengan movimientos, como por ejemplo el Just Dance u otros, en donde la consola lee los movimientos del niño y a mayor y mejor movimiento, mejor rendimiento en el juego. Otras alternativas para pasar este tiempo en pantallas, podría ser usar distintas superficies de apoyo…no es lo mismo jugar sentado en el sillón inmóvil que jugar sentado sobre un balón de ejercicios, que desafiara continuamente el balance.
El desafío es grande, pero si sumamos pequeños cambios podemos mejorar la salud de nuestros niños. Menos pantallas, más movimiento, más alimentos de verdad, menos comida chatarra, más caminata, menos auto, más sueño reparador podrían ser cambios que están al alcance de la mano y no requieren grandes modificaciones. Lo importante es hacer lo mejor que esté a nuestro alcance con los recursos que poseemos y no llenarnos de culpas. Si sientes que no puedes controlar la situación, buscar ayuda profesional siempre será un buen consejo.
Waleska Reyes Ferrada, académica de la Escuela Kinesiología, UNAB Sede Viña del Mar