¿Se habrán acabado los piropos?
Hoy en día es aconsejable cerrar la boca cuando una mujer o un hombre te agradan físicamente; ya que se puede correr el riesgo de ser acusado de acoso sexual, y es por eso que muchos aconsejan andar con gafas oscuras para mirar o apreciar la belleza de alguien, sin que ésta se incomode, ofenda o se sienta importunada; en resumidas cuentas hostigada.
La pregunta correcta por consecuencia entonces es: ¿Dónde rayan o están demarcados los límites para que alguien se sienta acosado? Creo que están en la forma, en el modo, en la insistencia, en el contenido y obviamente en la intención de fondo de los piropos
Tenemos que percatarnos y tener la habilidad a la vez, la capacidad para darnos cuenta cuando somos rechazados e incomodan nuestras palabras de gentileza y por obviedad y viceversa, poseer un razonable criterio para interpretar de forma correcta las palabras de buena intención y diferenciarlas de un piropo vulgar, acosador o malintencionado, sobre todo en las redes sociales donde abundan personajes acosadores. No es humano el pensar y suponer sin importar tu condición sexual; que alguien no mire o trate de ser condescendiente verbalmente con una mujer o un hombre que tenga los rasgos físicos de su agrado, o que posea una personalidad, una inteligencia o un ángel que le llamen la atención.
La atracción física y las conductas relacionadas con esta, inevitablemente se expresan mirando y comunicando oralmente sus intenciones, es un comportamiento humano que no cambiará; es genéticamente inconcebible que nuestros neurotransmisores no funcionen cuando son estimulados por la belleza, el encanto o simplemente la forma de pensar de alguien.
En los últimos años ha surgido un legítimo malestar a razón de los piropos que en muchas oportunidades se transforman en acoso, incluyendo a los vulgares, ofensivos y groseros piropos callejeros que abundan en la variada fauna chilensis. Sería preciso y bueno recordar que no hace mucho tiempo atrás se comparaban a los chisposos piropeos chilenos con la versátil locuacidad y el verso trasandino para ensalzar con sus piropos a nuestras compatriotas y que, hasta los canales de televisión y las radios del país contemplaban en sus parrillas programáticas concursos de piropos y programas machistas.
Es bueno aclarar, que el acoso disfrazado en un piropo es muy común, y un piropo de buena lid, al contrario, es una adulación con el propósito de contentar a una persona; en cambio el acoso, es una persecución y un hostigamiento con el fin de conseguir algo de esta.
Es recomendable tener mucho tino con ambas posturas (desagrado y agrado), ya que se corre el riesgo que nos transformemos en una sociedad carente de demostraciones de admiración a los atributos que encontramos bellos y también podría suceder que el ser parte de un entorno de libre expresión caigamos en opiniones poco sutiles y faltas de respeto. Pongamos filtros en nuestras palabras de agrado o desagrado, para así no transformarnos en una comunidad extremadamente machista o feminista; el respeto y la tolerancia son la base para una óptima relación entre mujeres y hombres sin importar su educación y su inclinación sexual; debemos de tener la claridad que una mirada sutil o una frase aduladora, con cortesía y decoro no es una ofensa, ni un acoso camuflado; en conclusión, aprendamos a ser ubicados, respetuosos y recatados con nuestra prosa cuando queramos demostrar admiración a una persona determinada y a la inversa, no explotemos irasciblemente a buenas y primeras cuando nos digan palabras de admiración, con respeto y gentileza.
HUBERZZA