Fraude Amplio
En agosto del año 2022 el ministro Giorgio Jackson le manifestaba al país que “nuestra escala de valores y principios dista de la generación que nos antecedió” en alusión a la generación que llegó al poder y de la cual él es uno de los fundadores junto a Boric y Vallejo.
Así fue como llegaron al poder.Diciendo que venían a cambiarlo todo, a refundar Chile y hacer las cosas mejor que la Concertación – Nueva Mayoría y la Derecha, porque no sólo eran superiores técnicamente, sino también en lo moral, en lo ético, en lo probo. Algo que, ciertamente, quedó en nada tras explotar lo que ha sido denominado como el “caso fundaciones” o el “fundaciones gate”.
Curiosamente la protagonista de esto, quien encendió la mecha, fue la actual diputada de Revolución Democrática, Catalina Pérez, quien el año 2021 y en un tono frustrante, decía “¿Cómo quieren que no lo quememos todo?” como forma de justificar la violencia descontrolada de la época. De hecho, fue la misma Pérez, el año 2018, quien presentaba muy orgullosamente su proyecto conocido como “ley antipitutos” bajo el argumento de “combatir delitos de corrupción, conflictos de interés y tráfico de influencias en la política”.
¿Qué ha ocurrido? Que el castillo de naipes se cayó más rápido de lo que pensaron, quedando en evidencia como lo que realmente son: una generación que ha hecho de la mentira una herramienta política, la cual usan y recurren a ella cada vez que les da la gana, con una irresponsabilidad brutal y sin medir ni importarles las consecuencias, especialmente en las personas, siendo incapaces de tener un mínimo de consecuencia entre lo que dicen y lo que hacen. Sólo dicen lo obvio, lo que la gente quiere escuchar y con eso basta. Total, saben que nadie va a salir a las calles a marchar o protestar, ni mucho menos a destruir, porque quienes fueron parte de esas acciones hoy son parte del aparato público.
De esta manera con sorpresa, pero también con profunda rabia, las chilenas y chilenos nos enterábamos de los pormenores de un contrato, vía trato directo, entre la Seremi Minvu de la región de Antofagasta y la fundación Democracia Viva por 426 millones de pesos. Pero lo que podría haber supuesto un hecho fortuito resulta ser que, en base a las evidencias, pareciera más bien un mecanismo diseñado para defraudar al Estado y favorecer a los partidos políticos, militantes, amistades y relaciones personales del oficialismo, concretamente del Frente Amplio. De hecho, el caso de la diputada Pérez es digno de una mala novela de Corín Tellado, toda vez que fueron favorecidos su (ahora) ex pololo y el (ahora) ex Seremi quien además fue jefe de gabinete de la actual diputada por Antofagasta.
A la fecha se han destapado casos similares en otras zonas del país, destacando los casos en las regiones de Los Lagos, Biobío, Metropolitana y Maule, los cuales presentan exactamente las mismas dinámicas, mismos modus operandi: tráfico de influencias, abuso de poder y redes para defraudar al Estado y favorecer a los suyos.
¿Pero estamos acaso frente a unas mentes brillantes para defraudar al Estado, a las personas y la fe pública? La respuesta es no y la encontramos en España.
Porque el año 2018 el actual diputado español, Íñigo Errejón, uno de los fundadores de Podemos junto con Pablo Iglesias, develaba la estrategia de la colectividad para dejar “colocados” a los suyos, en diversas reparticiones públicas, organizaciones, fundaciones y lo que fuera, en caso de perder elecciones. Por cierto, Podemos – Iglesias y Errejón son parte de los referentes políticos e intelectuales de la generación que actualmente gobierno Chile.
En aquella ocasión, Errejón decía a los presentes que “para los compañeros que gobiernan en Barcelona, o que gobiernan en Zaragoza o que gobiernan en Madrid, ¿cuál sería una tarea?: asumir, cuando perdamos las elecciones, dejar sembrado instituciones populares que resistan y, por cierto, donde refugiarse cuando gobierne el adversario” afirmaba Errejón indicando la importancia de que existieran asociaciones de vecinos “saludables, enraizadas y con poder en cada distrito. Hace falta que haya clubes de montaña y agrupaciones juveniles. Hace falta que haya más espacios culturales y de autoorganización”, entre otros.
Cierto, sería injusto sentar un manto de oscuridad y meter a todas las fundaciones, organizaciones de la sociedad civil, juntas de vecinos y otros en el mismo saco de instrumentalización política. Sin embargo, el daño ya está hecho, la fe pública aún más resentida, las desconfianzas acrecentadas y Chile, como sociedad, sumido en un limbo de incertezas y decepciones donde sólo resta esperar que esta generación culmine su gobierno sin destruir, aún más, lo que queda de país.
Rodrigo Durán Guzmán, magíster, académico y periodista.