La mala atención en muchas instituciones locales

He notado en el último tiempo una actitud de soberbia y arrogancia en un gran número de trabajador@s jóvenes y otros no tanto, sin importar su estrato social, acá en la provincia de San Antonio. El ser levantados y tener el trasero a la altura de los hombros lo he visto muy seguidamente en variadas instituciones donde funcionari@s jóvenes atienden público.

El creerse superior, saludar de malas ganas y ser irreverentes con el público y en especial con los adultos mayores se ha transformado en una conducta muy habitual en nuestra urbe, la que recae también en algunos funcionarios jóvenes de los servicios públicos locales. Es muy desagradable ir a estos organismos estatales u otros servicios no dependientes del Estado y encontrarnos con estos personajes que tienen esa actitud de repelencia y fantochería, siendo por lo mismo, que el resultado de su trabajo sea muy malo.

La irreverencia y la arrogancia es una muy mala conducta de estos funcionarios veinteañeros, treintones y algunos cuarentones por ahí, ya que caen muchas veces en una falta de respeto y discriminación hacia la persona que están atendiendo y que a futuro acarreará malos ratos para ese personaje y la institución donde se desempeñan.

En el caso de los funcionarios públicos, es de suma importancia hacerles ver que ellos son funcionarios del Gobierno de Chile y que con los impuestos que tributamos todos los chilenos tienen su salario, que comparativamente con otros trabajadores del país, hoy en día, no es un mal sueldo. Y a los trabajadores de instituciones privadas, hay que hacerles ver que son la cara visible de esa empresa, y que su mala atención en estricto rigor, representa el sentir de esa institución. En resumidas cuentas, un trabajador que atiende mal y discrimina pertenece a una mala institución.

Cuando ciertas personas atienden público, estas adoptan posturas agresivas muchas veces sin percatarse. Yo diría que algún@s compran una arrogancia innecesaria con parte de su sueldo y los hace atender pésimamente mal a las personas. Tener el ego alto, sentirse importantes y orgullosos por pertenecer a X institución del Estado o no perteneciente e este; no es malo; lo malo es, atender mal al público, siendo discriminatorios y poco empáticos con las personas mayores y a la vez, el no reconocer la mala atención y mala educación que tienen con el contribuyente al atenderlos con arrogancia, habla pésimamente mal del funcionario en cuestión.

Muchos argumentan que entregando la información clara y siguiendo los protocolos internos basta, que la empatía y la condescendencia no importan. Al contrario, el hecho de ser un funcionari@ que recibe al cliente o al contribuyente al llegar a esa institución, los hace ser la cara visible del lugar, y por ende, poseer y cultivar diversas características esenciales para este trabajo, como las de saber servir y atender las necesidades de la gente de forma correcta, de tener la vocación necesaria y el compromiso para entender, atender y resolver las necesidades del ciudadano; la de atender con cordialidad y ser respetuosos con las personas que atienden. En el fondo ser consecuentes con el perfil que el Estado o la institución particular a la que representan dice, busca y espera que deba poseer el trabajador.

HUBERZZA