A no bajar la guardia: Avancemos hacia la sostenibilidad hídrica
Fuimos testigos de una lluvia sin tregua este invierno. El agua cayó de manera exagerada, provocando daños en numerosas comunidades, así como en el suelo agrícola. Estamos ante un nivel de precipitación inédito,y algunos dirán que esto pone fin a los 14 años de megasequía que afecta al país.
Puede que aumenten algunas reservas de agua a niveles normales—de hecho, la laguna de Aculeo volvió a tener agua después de muchísimo tiempo—, pero hago un llamado a no bajar la guardia. Estas lluvias no significan el fin de la crisis hídrica, porque nada garantiza que tengamos precipitaciones de este orden en el futuro.
Más allá de si llueve o no, los desafíos que tenemos en relación con la escasez hídrica deben ser abordados, porque la demanda de agua por parte de los diferentes sectores productivos solo va a ir en aumento y los efectos del cambio climático en forma de sequías y altas temperaturas, hacen aún más necesario el buen uso de este recurso. En consecuencia, es necesario tener un sentido de responsabilidad respecto del presente y el futuro hídrico de Chile, es decir, debemos avanzar hacia la sostenibilidad hídrica.
Esto significa avanzar en la gestión y el uso eficiente del agua, lo que involucra la implementación de políticas públicas y tecnologías que permitan, por ejemplo, mejorar la infraestructura hídrica, especialmente en los sistemas de distribución de agua potable en las zonas urbanas, que tienen una tasa de pérdida de agua entre dos y tres veces mayor que otros países de la OCDE:Santiago tiene un 30% de pérdida de agua vs. Hong Kong (18%), Milán (9,6%) y París (7,7 %).
Se hace necesario también promover la reutilización de aguas y captación de aguas lluvias tanto a nivel industrial como domiciliario. Chile desde el 2018 cuenta con la Ley 21.075 que regula la recolección, reutilización y disposición de aguas grises; sin embargo, el proyecto del reglamento aún no ha sido aprobado, con lo cual se pierde una importante oportunidad para disminuir el consumo de agua y la presión sobre las fuentes de agua dulce, considerando que entre el 50% y 80% del agua que se consume en una vivienda se transforma en aguas grises. A esto se suma la necesidad de avanzar en la modernización de los sistemas de riego de los sectores agrícolas y forestales, siendo los que más agua consumen en el país (73% de su uso consuntivo).
Otro desafío tiene que ver con evitarla contaminación del agua, tanto superficial como subterránea. Chile cuenta con varios cuerpos de agua cuya calidad está en deterioro por la presencia de nutrientes, generando problemas de eutrofización asociada a la descarga de aguas residuales, sumado al aporte de la agricultura por el uso indiscriminado de fertilizantes. Además, cada vez es mayor la evidencia científica sobre la presencia de micro plásticos y contaminantes emergentes en aguas superficiales, subterráneas e incluso en el agua potable. A pesar del aumento de la evidencia científica, estamos todavía lejos de poder hacernos cargo de este problema, ya que en la actual legislación no se reconoce este tipo de contaminantes, por lo tanto, no hay incentivo para la implementación de tecnologías que permitan su remoción.
Finalmente, otro paso no menor en dirección a la sostenibilidad hídrica es mejorar la institucionalidad en torno al agua, ya que la fragmentación de funciones entre múltiples instituciones gubernamentales y privadas obstaculiza la toma de decisiones y la gestión integrada de nuestros recursos hídricos. De acuerdo con un informe de las Naciones Unidas (2021), Chile cuenta con 43 instituciones que proveen más de 100 funciones relacionadas con el agua. Urge ser más eficientes en este aspecto y en otros si como sociedad vamos a cuidar el suministro de agua y asegurar su futuro, aunque afuera llueva a cántaros.
Elizabeth Garrido, académica investigadora del Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello