Si la envidia fuera tiña

En uno de sus innumerables conciertos el cantautor y poeta argentino Facundo Cabral contó la siguiente anécdota.
Se dio la casualidad que él y el folclorista Jorge Cafrune, de la misma nacionalidad, coincidieran en una gira por España, específicamente en la ciudad de Barcelona.
Obviamente que las autoridades consulares trasandinas sabían que ambos «monstruos» de la música popular rioplatense estaban en la ciudad y el Cónsul creyó una buena Idea sumarlos a la delegación que participaría en la ceremonia de inauguración del nuevo hospital pediátrico de la ciudad que había sido bautizado como Evita Perón.
Como era de esperarse luego de la magnífica y protocolar puesta en escena, donde por cierto se dejó muy en alto la hermandad hispano/argentina, las máximas autoridades y algunos muy «regios» individuos fueron invitados a un cóctel en la sede de la delegación diplomática argentina.
Ya en ella en un momento determinado el Cónsul quiso presumir de la presencia de Cabral y Cafrune y los llevó aparte. La idea era presentarles a una dama muy emperifollada, noble, miembro de la casa real ibérica.
En diálogo…según Cabral…fue más o menos así.
-Amigos, les presento a la archiduquesa de «Perico de los Palotes», quien donara el terreno sobre el cual se edificó el nuevo Hospital Pediátrico de la ciudad.
Cafrune, que, para quienes no lo conocieron, era un tipo maceteado, de vestir a la usanza campesina patagónica, lo que incluía un enorme sombrero cordobés que nunca se sacaba y una frondosa y muy negra barba, miró primero al cónsul y luego a la archiduquesa que había ya extendido su enguantada mano derecha para el protocolar ‘besamano» y preguntó con esa voz, gruesa, de timbre alto y sonar cavernoso que lo hacía inconfundible; ¿»Donó o devolvió»?
No me cabe la menor duda que tras las cada vez más numerosas voces (gracias a las RRSS) que por ésta fecha se dicen en contra de la Teletón se oculta la misma suspicacia, sospecha, incluso diría, certeza sustentadas todas ellas en decires, rumores, los siempre eficientes correos de las brujas y todo cuanto «yo creo».
Se traducen en dos afirmaciones fundamentales y tienen ambas que ver con el destino real de las donaciones.
Que, empezando por Don Francisco chorreando plata «pal lao» y que, sobre todo, en el caso de las grandes donaciones, esas de quinientos millones para arriba primero no hay mérito alguno porque se trata del dinero de los consumidores, que no sale del bolsillo del empresariado, y, que además esas empresas se ven favorecidas con prebendas de carácter impositivas. Ignoran, los que opinan lo segundo que en Chile existe la ley N°19.855 que establece excepciones tributarias a empresas y particulares conocida vulgarmente como Ley de Donaciones.
La Teletón es un irrefutable ejemplo del concepto de Estado Subsidiario que nos rige hasta hoy gracias a la Constitución de 1980.
Porque son privados los que toman en sus manos una obra que «debería» ser parte de las políticas públicas.
Y.. si queremos extrapolar el argumento, un buen ejemplo de que cuando el sector privado se lo propone, es capaz de sacar adelante con éxito una iniciativa que sin duda debería ser resorte del Estado.
Prueba, en definitiva, que el privado es más hábil, eficiente y presto. Que se enreda menos en conciliábulos políticos cuando de enfrentar un desafío se trata.

Alejandro Iglesias