El “sepulcro del pensamiento crítico” en la travesía universitaria
En los pasillos de la educación superior, donde la búsqueda del conocimiento convive con la incertidumbre, se encuentra el “sepulcro” del pensamiento crítico. Análogamente a las reflexiones de Miguel de Unamuno sobre Don Quijote, los y las estudiantes tienen, hoy tanto como siempre, la misión de rescatar el pensamiento auténtico y original, enterrado en los recovecos de sus propias facultades cognitivas.
Estudios empíricos, tanto transversales como longitudinales, en universidades públicas y privadas de Asia y Sudamérica, respaldan la percepción de que el confinamiento por Covid-19 tuvo un impacto negativo en el pensamiento crítico de estudiantes universitarios. Pero sería injusto explicar este descenso exclusivamente por el efecto de la pandemia, ya que sus componentes no se limitan a las habilidades por las que normalmente se mide y evalúa al pensador crítico universitario.
Ni las habilidades por sí solas garantizan la disposición al pensamiento cuidadoso y reflexivo, ni la disposición garantiza las habilidades. Rescatar el pensamiento crítico del sepulcro en el que se haya confinado es una doble tarea. Por un lado, se debe propiciar su ejercicio libre, pluralista y tolerante y, por otro, la disposición de llevarlo a cabo. Pero, exactamente, ¿acerca de qué sería la ejercitación, y con respecto a qué la disposición?
Es crucial que los estudiantes aprendan a distinguir entre afirmaciones o planteamientos que están bien fundamentados y aquellos que carecen de una buena argumentación. Una parte de la tarea, entonces, consiste en aprender a identificar, analizar y evaluar argumentos según la técnica pertinente. La otra parte consiste en la convicción personal de parte de los y las estudiantes de que, por medio de un pensamiento crítico, se pueden liberar de aceptar lo que otros dicen, escriben y recomiendan sin tener buenas razones para aceptarlo. Esto incluye la comprensión de que maximizar una interacción racional, centrada en las mejores razones, es un beneficio universal, que desplaza la guerra y la ignorancia en favor de la paz y la tolerancia.
La técnica y la reflexión son necesarias para analizar argumentos con eficacia y fomentar un pensamiento original. En ocasiones, esto implica apartarse de la cómoda opinión predominante. Buscar y rescatar el sepulcro del pensamiento crítico es una oportunidad para explorar los propios horizontes intelectuales.
El mensaje del Pensador de Salamanca no pierde su vigencia: “Ponte en marcha, solo. Todos los demás solitarios irán a tu lado, aunque no los veas. Cada cual creerá ir solo, pero formaréis batallón sagrado: el batallón de la santa e inacabable cruzada”.
Bernardo Pino Director del Grupo de Investigación del Instituto de Inglés (IDI) Universidad de Las Américas