La voz como identidad dentro de la comunidad LGBTIQA+
Solemos creer que los estudios de la voz se iniciaron asociados a la medicina, sin embargo, sus orígenes tienen raíces en la evolución del canto, pasando por distintas etapas y métodos de exploración hasta el análisis actual, donde se estudian voces normales versus patológicas, de hombres y de mujeres, profesionales y ocupacionales, entre otras.
Si bien, el manejo de la voz es amplio desde la otorrinolaringología y la fonoaudiología, en cirugías, entrenamiento vocal, voz artística, etc., su campo de evaluación y abordaje va evolucionando y moviéndose al ritmo de la cotidianidad. Por lo mismo, resulta de gran importancia considerar la voz como parte de nuestra identidad al ser personas y agentes activos dentro de la sociedad. Un ejemplo simple es la voz de José Alfredo Fuentes, característica por su “temblor” al hablar y cantar y que, si se llegara a eliminar, básicamente dejaría de ser el famoso “Pollo Fuentes”.
Se entiende por identidad a la circunstancia de ser una persona en concreto, determinada por distintos rasgos o características que la diferencia de otra, a su vez, la identidad de género corresponde a aquellos conceptos sociales de los comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera “apropiados” para los hombres y las mujeres. De esta forma, el “quiénes somos” se ha condicionado por los estándares sociales ya establecidos, por el “qué se espera de nosotros” y en este caso, extrapolado a la fonoaudiología, el “qué se espera de nuestras voces”, en base a nuestro sexo biológico y en cómo caemos en la constante de calzar dentro de un patrón aceptable, para que nuestra voz suene de tal manera que, tanto nosotros como el resto, la describamos como linda, agradable, sana y representativa.
Pero ¿qué pasa con aquellas personas que no se sienten identificadas con esos “estándares”? ¿Qué pasa si no “calzan” dentro de lo que “socialmente” se espera de ellos? Acá es cuando la voz toma este rol relevante dentro de este concepto de “ser quienes queramos ser”, permitiéndonos expresarnos como nos sintamos.
Podemos ver a las personas transfemeninas, transmasculinas, no binaries, y muches otres que transitan este sentir desde puntos físicos, emocionales, actitudinales, y sociales, por lo que al momento de enfrentarse al mundo, su voz no siempre representa esas sensaciones y vivencias y genera molestias, disconformidades e incluso inseguridades que, en casos extremos, podrían llegar a aislarles de participar en el resto de la comunidad.
En este ítem es donde podemos apoyar desde la fonoaudiología, planteando acompañamientos y entrenamientos vocales donde, en conjunto, se busquen alcanzar objetivos como lograr una voz más “femenina” que acompañe la transición de una mujer trans para que pueda ir a comprar y sentirse cómoda al hablar, la voz más “neutra” que acompañe a una persona no binaria y que evite que el resto le pregunte si es hombre o mujer, una voz más dinámica y grave que acompañe a un hombre trans a sentirse seguro frente a una audiencia, etc. logrando una comunicación sana a nivel fisiológico y satisfactoria a nivel emocional y de identidad, que le permita a la persona sentirse completa en caso de que lo requiera.
Esto no quiere decir que todas las voces deben ser hermosas y socialmente aceptadas, también está bien que la voz no calce dentro de lo esperado socialmente, mientras al individuo que la posea no le genere dificultades, limitaciones, inseguridades ni riesgos para su salud. De todas maneras, la invitación queda abierta a que toda persona que presenta dificultades o necesidades con su voz se acerque a un profesional otorrino y fonoaudiólogo para poder evaluar de manera completa y armar un plan de acción para cubrir los objetivos deseados.
Amanda Peñailillo Lizama
Académica Fonoaudiología
Universidad Andrés Bello