Inclusión en salud y educación superior
Según datos de la OMS, aproximadamente 1 de cada 160 niños en el mundo tiene algún trastorno del espectro autista. Sin embargo, estas cifras pueden variar según la región y los criterios de diagnóstico utilizados. Es importante destacar que el TEA afecta a personas de todas las etnias y grupos socioeconómicos. Su detección temprana y el acceso a servicios de intervención adecuados pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida de las personas con TEA y sus familias.
En Chile, al igual que en muchas partes del mundo, hemos presenciado un aumento significativo en el número de personas diagnosticadas con TEA en las últimas décadas. Este incremento puede atribuirse en gran parte a una mayor conciencia pública sobre el autismo, así como a avances en el diagnóstico temprano. Sin embargo, a pesar de estos progresos, persisten desafíos considerables en cuanto a la inclusión y el apoyo a las personas TEA, especialmente en el ámbito educativo.
Como profesional de la salud, he sido testigo de la importancia de brindar un diagnóstico precoz y un apoyo integral a las personas con autismo y sus familias. La detección temprana no solo permite acceder a intervenciones efectivas, sino que también contribuye a reducir la ansiedad y la incertidumbre que pueden experimentar las familias ante este diagnóstico. En nuestro país, aún enfrentamos barreras en el acceso a evaluaciones especializadas y terapias adecuadas, especialmente en comunidades rurales y de bajos recursos. Es fundamental que como sociedad trabajemos para garantizar que todos tengan acceso a los servicios y recursos necesarios para alcanzar su máximo potencial.
Desde el punto de vista de un docente de educación superior, es esencial reconocer y valorar la neurodiversidad y neurodivergencia de los estudiantes en el aula. En la medida en que el número de estudiantes diagnosticados con TEA aumenta, es imperativo que los profesores nos adaptemos y proporcionemos un entorno de aprendizaje inclusivo que sea accesible y respetuoso para todos. Esto implica no solo ajustes físicos, como entornos tranquilos y libre de estímulos sensoriales abrumadores, sino también una pedagogía flexible que tenga en cuenta las necesidades individuales de cada estudiante.
La inclusión no solo beneficia a los estudiantes TEA, sino que a toda la comunidad educativa y el contexto en el cual se están formando. Al fomentar un ambiente en el que se celebre la diversidad y se promueva el respeto mutuo, estamos preparando a nuestros estudiantes para ser profesionales de la salud compasivos y respetuosos en un mundo cada vez más diferente y tolerante. Estamos formando estudiantes que pronto atenderán pacientes con este diagnóstico y serán capaces de aplicar lo aprendido durante el cuidado del individuo, otorgando una atención integral y de calidad.
Es clave comprometerse con la promoción de la inclusión y el respeto hacia las personas con TEA en todos los ámbitos de nuestro entorno, especialmente en el espacio educativo, momento en que pasamos gran parte de nuestras vidas. Solo a través del entendimiento y la aceptación podemos construir un mundo más inclusivo y equitativo para todas/os.
Romina Bustos Águila
Académica Obstetricia
Universidad Andrés Bello