El Día del Padre y la búsqueda del regalo perfecto

Este año, con un lluvioso escenario previo, nos encontramos ante una nueva celebración del Día del Padre. Una fecha que nos invita a rendir homenaje a esa figura que, para muchas personas, ha sido fundamental en nuestra vida. Sin embargo, en esta celebración, (como en otras del año) podemos también reflexionar sobre cómo el consumismo transforma el valor de una fiesta familiar en una oportunidad comercial.
Es que, para muchas personas, el Día del Padre debería ser un momento para acercarnos y reencontrarnos con las cosas importantes que nos vinculan. Por cierto, en medio del poco tiempo que nos queda entre nuestras rutinas diarias, aparece la oportunidad perfecta para pasar tiempo de calidad con nuestros padres, escuchar sus historias y compartir experiencias. Para otros, el valor de este día se medirá por la magnitud del regalo entregado o recibido.
De uno u otro modo, el comercio juega un rol clave en este cruce, ya que, durante los días previos a la fecha, diversos medios nos enfrentan con anuncios que nos persuaden a comprar el regalo perfecto. Y no son pocas las empresas que despliegan llamativas campañas apelando a nuestros sentimientos.
No se puede negar que estos anuncios a menudo son conmovedores y que muchas veces logran su objetivo: recordarnos cuan importantes son nuestros padres (y así de paso, incentivar las ventas).
Tecnología, herramientas, fragancias, viajes o actividades diversas para reconocer a esa persona que forma parte importante de nuestras vidas. Y aunque un buen regalo puede ser una excelente forma de demostrar aprecio, vale bien decir que no es la única ni la más importante.
¿Tiempo? Este concepto que parece hoy por hoy tan escaso y que muchos argumentan que estamos destinándolo más bien en lo urgente y no a lo importante, puede ser también un regalo de gran valor junto al afecto.
La sociedad actual nos muestra que el acto de regalar se ha convertido en una expectativa para muchas personas, incluso casi una obligación. Esta presión puede ser especialmente compleja en un contexto económico complicado, donde no todos pueden permitirse lujos.
Es por ello que la discusión no debería estar en rechazar los regalos, sino en equilibrar la balanza. Nadie podría negar la alegría en aquellos detalles que realmente sean cercanas a las necesidades de nuestros padres, evitando caer en el consumismo vacío. Un regalo hecho a mano, una comida en familia, o simplemente dedicar tiempo para estar juntos, podrían tener un impacto tanto o más significativo y duradero.
¡Y ojo! Que no se trata de apuntar a las marcas y empresas como responsables del valor ficticio de esta fecha, ya que también pueden jugar un papel positivo. Quizás promoviendo campañas que fomenten valores familiares y momentos compartidos, sin que esto implique necesariamente un gasto monetario excesivo, pueden entregar un valor que sea reconocido con la natural y buscada preferencia.
Así entonces, este Día del Padre puede ser la oportunidad perfecta para recordar que, más allá de un regalo material, lo que realmente importa al final del día, es el amor y el tiempo de calidad que dedicamos a quienes nos han dado tanto.

Yusef Hadi Manríquez
Director carrera Publicidad
Universidad Andrés Bello, Concepción