El flagelo de la informalidad para las microemprendedoras
La reciente noticia de que casi el 70% de las microemprendedoras en nuestro país operan de manera informal y la mayoría trabaja en jornadas parciales revela un problema estructural que frena el crecimiento económico y la innovación. Esto porque no solo perpetúa la precariedad laboral, sino que también limita significativamente la capacidad de estas emprendedoras para desarrollar sus negocios y contribuir al progreso económico del país.
¿Por qué?
La informalidad impide a las emprendedoras acceder a financiamiento, programas de apoyo y redes de negocio, elementos esenciales para innovar y crecer. Sin un historial crediticio, las emprendedoras no pueden obtener préstamos para invertir en tecnología y expansión; por lo tanto,la falta de formalización las excluye de políticas públicas y programas diseñados para fomentar la innovación. Un estudio de la OCEC-UDP, Chile Mujeres y CCS sostiene que la tasa de ocupación informal del microemprendimiento en febrero de 2023 era del 60,3%, aumentando a 62,3% en febrero de 2024. Este incremento refleja la gravedad del problema y la ineficacia de las medidas actuales para abordar la informalidad.
La capacidad de innovar es crucial para los microemprendimientos, ya que les permite adaptarse a cambios en el mercado, mejorar la eficiencia operativa y ofrecer productos y servicios diferenciados. Según el Banco Mundial, el acceso a financiamiento adecuado puede incrementar significativamente el crecimiento y la competitividad de las microempresas. Además, un informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) indica que las empresas innovadoras tienen un mayor potencial de crecimiento y éxito en el mercado, comparado con aquellas que no innovan.
Es imperativo que el gobierno tome medidas concretas para reducir la informalidad y mejorar las condiciones laborales de las microemprendedoras. Las políticas públicas deben enfocarse en simplificar los trámites burocráticos y reducir los costos asociados a la formalización. Además, es crucial diseñar programas de financiamiento accesibles y adaptados a las necesidades de estas emprendedoras, permitiéndoles acceder a los recursos necesarios para innovar. La falta de acción en este sentido no solo perpetúa la desigualdad económica, sino que también limita el potencial de desarrollo del país en su conjunto.
El sector privado también tiene un rol importante que jugar. Las empresas pueden establecer programas de mentoría y colaboración con microemprendedoras, integrándolas en sus cadenas de valor y ofreciéndoles acceso a mercados más amplios. Las alianzas estratégicas entre grandes empresas y microemprendedoras pueden ser una vía efectiva para fomentar la innovación y el crecimiento.
La informalidad limita la capacidad de las microemprendedoras para innovar. Abordar este problema requiere un enfoque integral que facilite la formalización, el acceso a financiamiento y la colaboración, liberando así su potencial innovador y contribuyendo al desarrollo del país. Solo a través de políticas públicas efectivas, el compromiso del sector privado y la participación activa de la sociedad civil podremos crear un entorno más equitativo y propicio para el desarrollo de las microemprendedoras, quienes son clave para el crecimiento económico y la inclusión social en nuestro país.
Florencia Flen Rossi,
Académica Facultad de Economía y Negocios,
Universidad Andrés Bello