Había una vez

La memoria es frágil, no recuerdo el nombre del profesor de Castellano de la enseñanza media, pero si recuerdo que en alguna oportunidad nos enseñó la forma de iniciar los relatos   usando frases como “Cierto día”, “Cuentan que” y la utilizada en el título de hoy.
“Cierto día” caminando por Av. Centenario  de  nuestra capital provincial, me encontré con una persona conocida desde hace muchos años y que, en el tiempo en el cual nos unía cierto grado de amistad, dicho señor era muy dejado de su persona y en ciertas  oportunidades era demasiado notorio su mal vestir y en especial el olor que emanaba de su cuerpo.
  El nivel de amistad que me  unía con él en esos años era cordial, y me daba la confianza para decirle que su realidad sociocultural no eran para que se despreocupara tanto de su apariencia y menos de su higiene. El muy escueto siempre me respondía que tenía suficiente  ropa y limpia; además siempre me comentaba que era poseedor  de perfumes y vestuario que reservaba para “ocasiones especiales” incluyendo trámites o reuniones de cierta importancia y no para salidas diarias, como ir de compras, paseos por la ciudad o ir a trabajar.
         En dicho encuentro en Av. Centenario,   pensé que se dirigía alguna reunión o  trámite de importancia ya que estaba muy bien vestido y olía agradablemente. ¡Equivocado estaba yo!; se dirigía al supermercado a comprar  uno que otro comestible y refrigerio  para ese fin de semana. Acto seguido y tomándome un minuto de confianza en honor a nuestra antigua amistad lo felicite por su nueva imagen corporal, haciendo un par de bromas al respecto.
      Su respuesta fue clara e inspiradora para esta crónica: “Había una vez, un hombre que no sabía que cada momento que vivía era muy  importante para él; así qué, aprendió  hacer de cada salida; una OCASIÓN ESPECIAL”.
      Nunca es tarde para aprender algo nuevo, al igual que él, en su cambio de mentalidad en su nueva imagen corporal con el uso de su vestuario y perfumes, haciendo de cada salida un paseo importante y de disfrute. Sin olvidar, que  la apariencia física, no es lo más importante.
Yo por ejemplo, siempre guardaba  los vinos con buen puntaje y francos para fechas puntuales y especiales, recibir amigos o hijos; ahora, los consumo yo, cada vez que se puede en un simple picadillo o en almuerzos y cenas diarias cuando mis tiempos laborales lo permiten; como también, no reparo en usar mis perfumes caros y la ropa nueva  o el calzado que me parezca lindo y adecuado en cada salida que hago, sin importar el lugar.
“Cuentan que”, existe una etapa y lo he visto en muchos seres humanos en el transcurso de los años; que  por equis razones y bajo ningún punto de vista  criticable y cuestionable;se limitan por la familia y el trabajo; o no dan la real importancia a su persona en diferentes ítems de gustos, vivencias o estados emocionales.
      No obstante, me gustaría ver un cambio positivo en otros semejantes, al pensar como  lo hizo mí amigo, y que la gente con el tiempo diga: “Cuentan que”; en “Cierto día” una persona a la cual conozco, decidió vivir la vida con muchas ganas y positivismo a pesar de sus penas, de sus limitaciones físicas o  económicas. O que, “Había una vez”, un afligido ser humano que se limitaba a sufrir, y no a disfrutar de la abundancia que le daba  la vida. Pero hoy sí.
HUBERZZA