Sacando las castañas con la mano del gato

A mediados de 1972 mi primera esposa debió ser operada de urgencia por un embarazo ectópico (tubario) de dos meses y medio. Ocurre cuando el óvulo en vez de unirse con el espermatozoide dentro de la cavidad uterina lo hace en una de las Trompas de Falopio, el conducto por donde transita el óvulo desde el ovario hasta el útero, haciendo imposible su total desarrollo.
Llegamos a la Maternidad Carolina Freire de urgencia.
Me permitieron acompañarla en el quirófano.
Fue breve pero se me hizo eterno.
Ya extirpado pasó por mi lado una enfermera con el feto y el trozo de trompa.
Lo que vi me recordó a eso muñecos desnudos, de baquelita, que antes vendían para que las niñas jugarán a vestir a una guagua.
Era un ser absolutamente reconocible, antropoformo, humano, de tal vez ocho centímetros. Una cabeza desmesuradamente grande para el resto del cuerpo y las extremidades notorias. Se ven deformes, como las de los enanos acromegálicos.
Cada vez que por cualquier motivo se habla del aborto se viene a mi memoria la imagen del que pudo ser mi primer hijo, inerte, semi cubierto por una fina capa como de una tripa dentro de uno de esos «riñones» metálicos de uso médico.
Me pregunto cuantos habrán visto al que pudo ser su hijo así. Qué sentirían de vivir la experiencia. ¿Arrepentimiento? ¿Culpa? ¿Alivio?
Ya en 1936 la Asociación Médica de Chile recomendó legalizar el aborto.
Dos años después la Caja del Seguro Obrero, a través de sus policlínicas empezó a entregar métodos de regulación de la fertilidad pero no fue política de Estado hasta 1966, durante el gobierno de Eduardo Frei.
Tal plan consistió en la entrega a través de los establecimientos del sistema público de salud de píldoras anticonceptivas, preservativos y se empezaron a implantar dispositivos intrauterino
Desde el 2004, producto de un estudio llevado a cabo por el IPS, hizo notar que catorce de cada cien jóvenes son sexualmente activos por lo que hoy el plan nacional de control de la natalidad abarca a toda mujer en edad fértil, desde esa edad y sin la necesidad de una receta médica y/o la autorización de sus padres.
El siguiente paso fue la ley que aprobó el aborto en tres causales; inviabilidad del feto, riesgo de muerte de la madre y violación, durante el segundo mandato de Bachelet que además sumó la entrega en forma gratuita de la Píldora del Día Después.
El año 2023 en Chile se habían practicado ocho mil trescientos abortos amparados en la ley.
Sin embargo persiste la cifra negra de abortos ilegales que, según el Ministerio de Salud sería de 33.000 en el año.
Por su parte el Instituto Chileno de Medicina Reproductiva ha calculado que la cifra real oscila entre 60.000 y 70.000 abortos anuales.
Tal vez sea la cifra que tuvo en mente el presidente Boric cuando anunció «a la ciudad y al mundo» que enviaría un proyecto de ley para establecer el aborto universal.
Y por cierto que saltaron todos los automáticos ante el masivo cortocircuito moral que tal anunció provocó.
El arzobispo de Santiago, Fernando Chomalí fijó de inmediato la posición de la Iglesia al oponerse tenaz y decididamente. En rigor, no podía ser otra la postura católica. Y, aunque hasta ahora las autoridades de los credos cristianos no han dicho «esta boca es mía» es absolutamente esperable que también se oponga.
Y, aunque la Ministra de la Mujer y la Equidad de Género, (Comunista) Antonia Cosmica Orellana se apresuró en ningunear lo dicho por el arzobispo afirmando que no tiene mayor importancia porque el Estado de Chile es laico.
Lo que obvia o no toma en cuenta es que el 72% de los chilenos se declara católico. Y a ello debemos sumar el 15% de fieles de las varias iglesias protestantes, o evangélicas, como las quieran llamar.
Así las cosas, se ve ripioso el camino a transitar.
No creo ser impertinente si afirmo que, habiendo una política nacional que permite el libre acceso a anticonceptivos, que en las farmacias hay pastillas y condones para regodearse, por tamaños, colores y sabores, con pilules, fosforescentes. Que se los venden a cualquiera…que hoy en día hayan embarazos no deseados es realmente increíble.
Tal vez si hubiesen visto, como yo, a su hijo de dos meses y medio muerto dentro de un azafate de frío y brillante metal lo pensarían dos veces ni esperarían que nosotros, con nuestros impuestos les financiamos la solución al condoro que se mandaron.

Alejandro Iglesias