A propósito de la etiqueta del vino argentino

La diplomacia es el arte y la práctica de construir y mantener relaciones entre naciones en lo posible de mediana o buena calidad  y llevar a cabo negociaciones con personeros representantes de esos países utilizando, la astucia, el tacto y el respeto mutuo.
Un poco de historia. El total dominio del Estrecho de Magallanes al año 1881 era chileno y la totalidad de las tierras del cono sur de América también lo eran. Esto complicaba notoriamente a la República hermana de la Argentina; situación que astutamente fue muy bien manejada por  la diplomacia trasandina; la cual,aprovechó la poca importancia que Chile le daba  a ese vasto  territorio en esos años; empezando a  presionar con buenos  oradores diplomáticos y con una serie de movimientos de tropas hacia la Patagonia; en ese tiempo chilena. Estos hostigamientos de la diplomacia  bonaerense  se hicieron cada vez más intensos y amenazantes, mientras el grueso del ejército chileno se encontraba en pleno conflicto en la Guerra del Pacífico y el mal llamado conflicto de la “Pacificación de la Araucanía”.
 En “El Tratado de Límites” del 28 de julio de 1881 entre Chile y Argentina,fue cuando la diplomacia chilena tuvo que  pagar un alto precio, comprando  la neutralidad de Argentina para evitar que esta se aliara con Perú y Bolivia en plena  guerra con estos  dos países; con un costo de  1.000.000 de kilómetros cuadrados de territorio nacional; que hoy en día forman parte de la  actual Patagonia Argentina.
Para algunos, un pésimo manejo por parte de la diplomacia chilena de esa época, sin embargo, no tan errada para otros, ya que nos hubiésemos enfrentado en un conflicto bélico con tres naciones por esos años, enfrentamientos  de los cuales  no hubiésemos salido con buen pie; considerando que el grueso de las tropas que combatían  en el norte se encontraban desgastadas y muy lejos de la Patagonia; más aún, con los enfrentamientos  que el Estado mantenía con los mapuches en la Araucanía. Por otro lado, algunos  le atribuyen y conceden  una notable maniobra a la diplomacia trasandina que con sus presiones  adjudicó casi la totalidad de la Patagonia al territorio argentino sin gastar un solo cartucho de munición.
Una pérdida de territorio o mejor dicho, una cesión territorial que la diplomacia chilena aprendió a cabalidad y ha sabido  tomarla  a bien y  como experiencia a través de los años; firmando tratados con nuestros países vecinos no  perjudiciales para la Nación, como por ejemplo, el “Tratado de Paz y Amistad” del 20 de octubre de 1904 con Bolivia con la anexión definitiva de la actual Región de Antofagasta al territorio Nacional o el “Tratado de Lima” del 03 de junio de 1929 con el Perú adjudicando a perpetuidad las Regiones de Arica e Iquique a Chile  y el “Laudo Arbitral entre Chile y Argentina” del 2 de mayo de 1977, que otorgó los derechos de navegación en el Canal Beagle a ambos países, quedando Chile con la mayor parte de las islas y los derechos oceánicos en esas aguas.
Como ven, Chile después de la entrega  de la Patagonia,   ha sabido manejar a su favor su  política internacional, al menos, en lo que respecta a temas limítrofes con la firma de estos y otros tratados no mencionados. Nos guste o no reconocerlo,  estos  tratados nos hacen portador al título de una nación invasora por nuestros países hermanos. Apelativo con el cual difiero, ya que Chile jamás les declaró la guerra en primera instancia a estas naciones (Perú y Bolivia) y una simple etiqueta de un  Malbec no debe ser causal de un conflicto.
HUBERZZA