La explosión en el INBA y la urgente tarea que se viene por delante

ELPROA
El Diario de San Antonio

La reciente explosión en el Internado Nacional Barros Arana (INBA), que dejó a una treintena de estudiantes hospitalizados por quemaduras tras el estallido de una bomba molotov en el interior de un baño, constituye una tragedia en términos individuales, pero, al mismo tiempo, ilustra una crisis socioeducativa mayor, pues da cuenta de un descontento profundo, alimentado por desigualdades históricas y promesas incumplidas. Las manifestaciones de malestar evidencian una crisis simbólica y estructural en la educación chilena, marcada por el abandono de la educación pública, la desvalorización de la escuela como organización social, baja inversión en educación y limitada participación escolar. Este incidente, por tanto, nos obliga a plantearnos preguntas urgentes: ¿por qué la violencia ha escalado a este nivel y cómo podemos, como sociedad y en el propio liceo, atender las causas profundas de esta crisis?
La escalada de violencia en las escuelas no admite explicaciones aisladas.La explosión de una bomba molotov en un baño del INBA revela una fractura en la racionalidad educativa que distancia a la escuela como espacio de convivencia democrático. Esta situación nos enfrenta a una encrucijada que requiere un Estado garante de derechos, políticas claras, recursos significativos y, sobre todo, voluntad política para restituir a la escuela su estatus comunitario. Esta crisis, por si fuera poco, se inserta en otros problemas estructurales ya existentes en nuestro sistema escolar; como segregación, deserción escolar, desvalorización de la profesión docente y escasos incentivos para estudiar pedagogía en Chile. Todo indica, por lo tanto, que el sistema educativo necesita transformaciones mayores y no solo ajustes superficiales.
Ahora bien, estos anhelos de cambio requieren tiempo. Por lo pronto, no es posible que estudiantes y docentes del INBA retomen sus actividades sin reconocer el impacto de los eventos recientes. Explosiones traumáticas como esta pueden generar estrés postraumático, ansiedad, alteraciones del sueño, depresión y sentimientos de desesperanza. Es crucial abordar estos efectos de manera integral, no solo para quienes fueron directamente afectados, sino para toda la comunidad educativa. Las intervenciones de salud mental deben contemplar tanto acciones inmediatas como de largo plazo. A corto plazo, es vital implementar estrategias de contención y primeros auxilios psicológicos para mitigar las secuelas inmediatas del trauma. Además, es necesario identificar a los estudiantes y docentes más afectados para ofrecerles apoyo especializado. A largo plazo, se deben implementar programas permanentes de educación socioemocional que promuevan habilidades de regulación emocional y fortalezcan el sentido de cohesión y pertenencia. Asimismo, es fundamental establecer un sistema de monitoreo continuo para evaluar el estado emocional de la comunidad y adaptar las intervenciones a sus necesidades cambiantes. Solo mediante un enfoque integral se podrá transformar el INBA en un espacio resiliente, priorizando el bienestar emocional y una convivencia positiva.
Lo ocurrido en el INBA es un llamado urgente a repensar el rol de la escuela y a construir un consenso social sobre los principios esenciales de nuestras comunidades educativas. Ignorar esta crisis, y las voces de estudiantes y sus manifestaciones, solo profundizaría las carencias ya presentes. Rechazamos, tal como lo señaló el ministro de Educación, la violencia como forma de expresión, aunque reconocemos que estos actos reflejan un problema de alta complejidad que requiere una transformación profunda para potenciar escuelas y liceos como espacios democráticos de formación ciudadana.

Dr. René Valdés y Dr. Jonathan Martínez
Facultad de Educación y Ciencias Sociales, Universidad Andrés Bello