La desregulación de una inclusión escolar

ELPROA
El Diario de San Antonio

De acuerdo con la noticia sobre la agresión a una profesora en la sala de clases por un menor con diagnóstico de un Trastorno del Espectro Autista (TEA), es clave analizar múltiples factores antes de dejarnos llevar por la emoción y falta de detalles de la situación en cabalidad. Los menores con TEA no reaccionan igual ante los mismos estímulos, o incluso ante la misma situación su propia reacción puede ser distinta.
La inclusión no es solo integrar a los menores en el aula, sino que es necesario proporcionar estrategias y adecuaciones personalizadas. Un menor con TEA puede necesitar adaptaciones en la entrega de instrucciones, la frecuencia de refuerzo o la identificación de desencadenantes, incluso podría requerirse monitorear períodos de fatiga cognitiva que requieran apoyo. Esto no debe recaer solo en el docente, sino en un equipo multiprofesional que considere las particularidades del aula y sus participantes. El diagnóstico no define una realidad única, sino una perspectiva que varía según el individuo, en este caso en particular.
Los padres deben ser parte de este proceso, participando de un diálogo entre el espacio escolar y clínico, para acordar rutinas, comprender derechos y deberes. Atender de manera reactiva no es suficiente; se requiere un enfoque preventivo, que se basa en la educación y depende de la colaboración.
Cada aula tiene su propia dinámica, determinada por docentes, alumnos y materias, lo que es muy contextual y las necesidades en ellas, por lo tanto, también lo son. La responsabilidad de crear estrategias no debe recaer únicamente en el profesor. La educación es un espacio vivo, en constante transformación.
Es esencial contar con conocimiento previo, manejo terapéutico y, si es necesario, un apoyo farmacológico supervisado. El neurodesarrollo no sigue un patrón único, y lo que hoy es tolerable, mañana puede no serlo. ¿Se puede anticipar? ¿Cuáles son las medidas adecuadas? ¿Cómo involucramos a familia y escuela?
Estas preguntas son claves. No debemos estigmatizar ni retroceder en la inclusión, pero tampoco exponer a los menores ni responsabilizar a sólo una de las partes. Todos debemos educarnos, comprender derechos y deberes, y trabajar juntos para construir una sociedad inclusiva y equitativa.

Claudia Figueroa
Fonoaudióloga y Magíster en Desarrollo Cognitivo
Universidad Andrés Bello