Erradiquemos juntos el Femicidio
En este día buscamos erradicar o al menos disminuir el Femicidio. Se trata del año consecutivo de esta conmemoración desde la emisión de la ley 21.212 en 2020, denominada también ley Gabriela, que amplía el marco legal del Femicidio ya tipificado en la ley 20480 emitida en 201. Desde entonces es entendido como “el asesinato de una mujer ejecutado por quien es o ha sido su cónyuge o conviviente, o con quien tiene o ha tenido un hijo en común, en razón de tener o haber tenido con ella una relación de pareja de carácter sentimental o sexual sin convivencia”.
Lo anterior demuestra que se ha avanzado mucho en materia de prevención de la violencia contra la mujer y en asesoría legal y acompañamiento Psicológico a las víctimas y victimarios para evitar llegar a la consumación de este crimen. Sin embargo, mirando las cifras de este año, no puedo evitar preguntarme si es suficiente. Llevamos 36 femicidios consumados y 159 frustrados a noviembre 2022 según datos de Sernameg, siendo el último caso en noviembre, tras el reconocimiento del femicidio de Sandra Jorquera, de 56 años, asesinada por su pareja a quien aún se investiga.
Es preocupante la situación en la región Metropolitana, donde se concentran la mayoría de esos hechos consumados y que está entre los primeros lugares también de los casos frustrados. La región del Biobío, donde el número de Femicidios consumados es menor, llama la atención que se encuentra entre las con mayor número de Femicidios frustrados este año, contando a la fecha con 16 casos denunciados. Seguramente habrá muchos más que se encuentran invisibilizados y muchas veces normalizados por las formas de interacción que se han ido adoptando en las relaciones de pareja desde edades muy tempranas.
En este sentido, no es raro encontrarse en la calle con parejas discutiendo, utilizando muchas veces términos peyorativos y abiertamente ofensivos, e incluso observar empujones y sujeciones dolorosas, pero que, al ser interpelados por observadores para detener la violencia, se unen en contra de este observador, que viene a “perturbar una discusión que es normal” y que es sólo asunto de “ellos”. Tampoco extraña observar conductas de control psicológico, escuchar frases como “te quiero, por eso te digo esto”, “sólo quiero lo mejor para ti”, que sólo esconden el deseo de controlar al otro, como si fuera un objeto que les pertenece y al que tienen derecho.
Con solo ver los números, impresiona que tras el fuerte movimiento feminista, que se ha ido consolidando en los últimos años, no haya una disminución significativa de estos crímenes, que las mismas mujeres que padecen la violencia no utilicen los canales disponibles para salir del circulo vicioso. Sin embargo, esto no es sólo un problema de números, es un problema de salud mental. Mientras no entendamos eso, no entenderemos que no es sólo un asunto legal, que no se trata únicamente de generar más medios de denuncia. Se trata de desarrollar habilidades y competencias en los niños y niñas y en las juventudes actuales para que entiendan la importancia de verse a sí mismos para ver al otro y practiquen el respeto hacia al otro como un acto de amor hacia ellos mismos también.
Basta de normalizar la violencia en el hogar, en el trato hacia los hijos y en el trato entre pares, no podemos esperar detener la violencia en la pareja, si es normal en nuestro hogar. Cada uno de nosotros es responsable en las pequeñas acciones del día a día. Elijamos un mundo sin violencia, sin eso el Femicidio va a seguir ocurriendo, pudiendo ser nosotras o nuestras hijas la próxima víctima.
Carolina Gajardo Murillo
Directora Psicología
Universidad Andrés Bello
Sede Concepción