El vulgo dice; la voz del pueblo es la voz de Dios.

Una sentencia por demás antigua que nos llegó desde la época del Imperio Romano…cuando casi todo el mundo civilizado hablaba latín.
Tiene más de un sentido pero básicamente se la entiende de dos formas…ambas imperativas.
1. Como el vehículo a través del cual Dios…cualquier dios para no complicarnos la existencia…hace ver, saber, confiar o comunicar su parecer respecto de un sin fin de hechos y
2. Que cuando el pueblo habla sus dichos tienen peso y consistencia divina porque no hacen otra cosa que ponerse en su lugar.
Y ciertamente que el pueblo tiene pareceres respecto de lo que los politólogos llaman; «cosa pública».
En algún momento esos puntos de vista fueron expresados tal vez alrededor de una fogata luego de algún tipo de ritual mágico/religioso invocando a sus propias deidades para que les iluminace. Y uso muy a propósito el derivado del vocablo luz porque ésta…en todas las culturas fue tenida y entendida como el estado mental/espiritual propicio para tomar decisiones, la luz era sinónimo de sabiduría la que…en el principio de los tiempos era poseída solo por las respectivas deidades y éstas…magnanimamente concedían al pueblo una chispa de tal sabiduría para que estos reflexionaran y solucionaran las cuestiones de la cosa pública…es decir…que involucraba a todo el grupo humano.
Tan exclusivo de ellos era la propiedad del conocimiento y la sabiduría que…según el mito griego…castigaron a Prometeo porque éste, desobediendo sus órdenes…compartió la luz de la sabiduría con los mortales.
Así las cosas. Los dioses…a través de un ser con poderes espaciales expresaban su parecer y/o daban a conocer cuales eran las medidas a tomar para solucionar aquello que en ese preciso momento era motivo de preocupación del pueblo.
Los gobernantes estaban siempre atentos a ésta comunicación entre hombres y dioses y adoptar medidas según el parecer de las respectivas deidades.
Surgió así una casta privilegiada. Los sacerdotes. Que tenían línea directa con el dios según la causa. No olvidemos que en un principio todas las religiones eran politeístas.
Y ese LA VOZ DEL PUEBLO ES LA VOZ DE DIOS llegó hasta nuestros días como el elemento clave que le daba peso, importancia y credibilidad a lo que el pueblo demandaba de sus gobernantes.
Hay que oír al pueblo…sentencia muy socorrida por los políticos como una especie de «téngase presente» cuando la masa.. a través de las diversas formas de expresarse que se ha dado a lo largo de la historia, desde el «ve, corre y dile», el cominillo del barrio, las asambleas populares y los medios de prensa escritos hasta Facebook, Twitter y otros canales de comunicación nacidos al amparo de Internet el pueblo le ha hecho ver a sus gobernantes su parecer sobre la ya mencionada «cosa pública».
Los gobernantes desde la democracia para acá tienen muy claro que si quieren tener un ejercicio del poder más o menos tranquilo deben no solo estar atentos a lo que el pueblo demanda sino que también darles en el gusto. Algunos con migajas.. por el estilo del pan y circo de los romanos hasta reformas estructurales que corrijan aquello que la plebe ya no tolera más.
Pero los gobiernos…parapetándose en que las soluciones a tomar deben ser, primero, pensadas y discutidas.. en lo posible en esas famosas «mesas de trabajo» que no son otra cosa que tirarle un poco de trigo al pollo para que se deje de piar un rato más que sea mientras las cuestión de fondo…cómo es de común ocurrencia, pasa a perdida.
Se ha dicho…se ha explicado el estallido social como la esperable consecuencia de sucesivos gobiernos que hicieron oídos sordos a la voz del pueblo.
Si…concedo que, de pronto, lo que el vulgo pide es pan para hoy y hambre para mañana. Si.. concedo que de la mano de la angustia, el hastío o el temor se proponen, se piden, se esperan medidas no sólo inmediatas sino que además, drásticas.
Todas las encuestas, sin faltar ni una, dicen que las principales preocupaciones del chileno de hoy (y que pareciera ser que van de la mano) son la inmigración descontrolada y el aumento de los actos delincuenciales…especialmente los más violentos.
Que la ferocidad y brutalidad de lo que hoy ocurre en las calles de nuestro país…y ya a nadie sorprende…corre por cuenta de extranjeros que.. digamosló de paso…no sin ciudadanos extranjeros comunes y corrientes que ante la necesidad aquí han derivado a la comisión de delitos sino que son delincuentes de tomo y lomo que descubrieron que en Chile la están dando. Algo muy parecido a lo que ocurrió con los «marielitos» cubanos que llegaron a Miami. Si han visto «Cara Cortada» con Al Pacino saben de lo que hablo.
Entonces el chileno medio está pidiendo medidas drásticas ahora ya. Pero nuestros sistema procesal penal garantísta no va en esa dirección.
Los puristas de las políticas públicas se niegan a lo que llaman «populismo procesal».
Mientras el chileno común pide patada en el trasero y para fuera los ilegales el sistema se toma todo el tiempo del mundo. Las autoridades se resisten a poner militares a vigilar las fronteras porque en rigor, el único uniforme que no les provoca alergia es el de los Boy Scout. Mientras piden cárcel para todos se conceden medidas alternativas. Piden expulsión inmediata de todo extranjero que delinque les dicen que primero deben cumplir la pena en el país y después expulsión.
El narcotráfico nos ha penetrado. Un alcalde decide tomar algunas medidas drásticas. Demoler las casas de propiedad de estos. Tal vez más efectista que efectiva porque con la plata que estos manejan nada les cuesta comprarse otra pero, ciertamente está en línea con la voz del pueblo que pide, que exige medidas drásticas pero…como era de esperarse, los exquisitos de las políticas públicas…es decir.. gente de izquierda…ya empezaron a entonar el estribillo de la canción sobre los derechos humanos…esa que dice; populismo no…
Porque hay que escuchar la voz del pueblo dicen y cuando se hace…es populismo.
Tal vez porque no se les ocurrió a ellos o no tuvieron pantalones.
Palos porque bogas…

Alejandro Iglesias