La vida universitaria como oportunidad para favorecer la felicidad individual y colectiva

La ONU señala el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad para relevar su importancia como una aspiración universal de la humanidad y su inclusión en las políticas de gobierno.¿Podemos definirla? Diversos autores de la Psicología Positiva como Seligman, Dienner, Csíkszentmihályi, la asocian a la experiencia frecuente de emociones placenteras, bienestar subjetivo y satisfacción con la vida. Lamentablemente, se han construido “ideales” desde una mirada positivista que mandata cómo debiesen ser vivenciadas diferentes etapas de la vida: el ingreso a la educación superior, la maternidad, la paternidad, entre otros, generando expectativas irrealistas que producen frustración al no encontrar referentes reales que permitan integrar todos los matices de la experiencia.
Es importante reconocer que el tránsito a la vida universitaria conlleva desafíos.Existe un proceso de adaptación que exige el despliegue de recursos personales, que se vivencia desde la propia historia personal, familiar, el contexto sociocultural e histórico.Para facilitar la experiencia de una vida universitaria saludable, se necesita validar las diversas emociones que surgen, que la ambivalencia emocional puede estar presente, por ejemplo, que exista un alto nivel de satisfacción por estudiar una carrera y a la vez ansiedad por la carga académica y organización del tiempo.
Visualizar también la realidad de jóvenes madres y padres que cursan la educación superior transitando estas etapas, puede significar un mayor nivel de estrés, por la falta de apoyo familiar, de corresponsabilidad en los cuidados de los hijos, el agotamiento, que dificultan el cumplimiento de compromisos académicos o la falta de tiempo para participar de espacios que ofrece la vida universitaria. La etapa perinatal, comprende el periodo de la preconcepción, gestación, parto, puerperio y crianza, y representa un periodo de mayor vulnerabilidad psíquica, emocional y social, por lo tanto, requiere de toda una comunidad y políticas que promuevan y resguarden sus cuidados,más aún cuando se ha transitado en la adolescencia.
La vida universitaria puede significar una experiencia de felicidad, de autoconocimiento, crecimiento personal y superación si construimos expectativas realistas y generamos los dispositivos de ayuda que se requieran.
Finalmente, debemos destacar el rol que las instituciones de educación tienen en la prevención y promoción de la salud mental individual y colectiva. El tiempo de permanencia de los estudiantes en ellas y el lugar que las relaciones con pares cobran en esta etapa, representan una oportunidad para establecer vínculos cercanos y significativos que favorecen la adaptación a la vida universitaria y el sentimiento de pertenencia.

Sandra Marín,psicóloga,docente carrera de Psicología Universidad Santo Tomás, Viña del Mar