Fin a la experimentación cosmética en animales en Chile

El pasado 20 de diciembre el Senado de Chile aprobó el proyecto impulsado por la ONG Te Protejo y Humane Society International que prohíbe el uso de animales para la realización de pruebas de seguridad y eficacia de productos cosméticos, de higiene y odorización personal, así como de sus ingredientes o formulaciones finales. La modificación al Código Sanitario también prohíbe la venta, comercialización, importación e introducción en el mercado nacional de productos cosméticos, de higiene y odorización personal cuyos ingredientes y sus combinaciones o formulaciones finales hubiesen sido probados en animales para demostrar su seguridad y eficacia, con posterioridad a la entrada en vigencia de la ley, cuestión que ocurrirá doce meses luego de su publicación en el Diario Oficial.

Si bien la nueva normativa contempla algunas excepciones a las prohibiciones señaladas -como que no exista otro método alternativo al uso de animales para demostrar los parámetros de seguridad-, lo más probable es que esta práctica se abandone por completo en los próximos años, especialmente a partir de las sanciones que se establecen en casos de incumplimiento. En efecto, las eventuales infracciones a las nuevas disposiciones serán castigadas conforme al artículo 291 bis del Código Penal, donde se sanciona el maltrato animal con penas privativas de libertad que van desde los 61 días a los 3 años, más multas que pueden alcanzar las 30 UTM.

Con esta medida, Chile se suma a los más de 40 países en el mundo que ya han prohibido la experimentación en animales con fines cosméticos; un avance que ha sido calificado como “histórico” por varios medios de comunicación nacional e internacionales. A pesar de ello, lo cierto es que todavía son miles de millones los animales que siguen siendo explotados y sometidos a crueles tratos en diversos ámbitos, con la sola finalidad de satisfacer intereses humanos.

Hoy, es la industria cosmética que experimenta en animales la que como sociedad nos incomoda y nos lleva a generar leyes como esta. Probablemente, en las próximas décadas esa incomodidad alcanzará a actividades “artísticas”, “culturales” o “deportivas” en que se utiliza a estos individuos. Ojalá no tengan que pasar tantas generaciones más para darnos cuenta que otros ámbitos en que se utiliza a estos seres vivos -como en la industria alimentaria o la experimentación biomédica, entre muchos otros-, son tanto o más crueles, y que podamos hacer realidad un mundo en que todos los animales, humanos o no, podamos vivir libres y en paz.

Israel González Marino, abogado y máster en Derecho Animal y Sociedad.Académico de la de la Universidad Central Región Coquimbo