Madres trabajadoras. ¿Culpables o no?
La experiencia de la maternidad, caracterizada por la presencia de sentimientos de culpa a la par del amor incondicional hacia la familia e hijos, requiere una constante adaptación entre las necesidades del hogar y del trabajo. El rol en la sociedad para la mujer siempre ha estado relacionado con los deberes del hogar y la crianza de los niños, y aunque las cosas han evolucionado, todavía existe una injusta moralidad social que la condena. Es normal sentirse culpable, paradójicamente lo que no sería aceptable, es pensar en no preocuparse por no estar más pendiente o no pasar más tiempo con los hijos y sobre todo las consecuencias que esto pudiese generar en su desarrollo psicológico y cognitivo.
Ahora bien, es posible convivir con esta culpabilidad, ya que diversos estudios científicos como, por ejemplo, el realizado Friedman, SL, Randolph, S. y Kochanoff, A. en 2004, declaran que no se presentan diferencias intelectuales o sociales negativas que se desprendan del tiempo que pasan habitualmente los niños con las madres. Lo que determina la diferencia es la calidad y la buena relación con el hijo, la que estará influenciada por su plenitud y no la cantidad de tiempo compartido. Que una madre esté todo el día con su hijo, no implica que ella dedique todo su tiempo al niño. Es decir, ofrecer un tiempo de calidad donde el menor se sienta plenamente atendido y sienta cariño, es lo realmente importante para el desarrollo sano de los hijos.
Es importante recordar que, como mujeres y seres humanos, existe el derecho de elegir con toda libertad la vida que se quiere llevar. En una de sus célebres frases, Golda Meir, exprimera ministra de Israel expresó: “Esta continua dicotomía interior, esta doble polaridad, esta sensación intermitente de deber incumplido, hoy hacia la familia, mañana hacia el trabajo, este es el peso de la madre trabajadora”.
Tirza González, Doctora en Ciencias de la Educación Académica de la Facultad de Ingeniería y Negocios Universidad de Las Américas