“DE MOTU PROPIO” LA INMORALIDAD DE LA ECONOMIA DE MERCADO

Recuerdo que en el año 1991 el arzobispo de Santiago, Carlos Oviedo, escribió la carta “Moral, juventud y sociedad permisiva”, gracias a la cual la crisis moral alcanzó su máxima popularidad y se centró en la sexualidad. Por el mismo tiempo, Carlos González, presidente de la Conferencia Episcopal, presentó la pastoral “Camino para crecer en confraternidad cristiana”, que aborda la realidad de ricos y pobres, y promueve la solidaridad. González dice que la inmoralidad del país está en la existencia de cinco millones de pobres.
“La codicia del se humano es insaciable. Afirmó Aristóteles hace casi 24 siglos, recogiendo el debate de los filósofos griegos por descubrir la cantidad exacta de codicia escondida en el corazón del hombre. Pero, más allá de esas viejas discusiones, lo evidente es que las nuevas realidades económicas mundiales se han desarrollado acompasadamente con un cuestionamiento de los patrones tradicionales de la moral. En el presente, es el “dios dinero” –ese indicador del éxito universalmente reconocido- quien habita en lo profundo del corazón humano.
Los economistas neoliberales, ante la certeza de que su modelo de economía y sociedad campea a lo largo y ancho del planeta, plantean que el orden económico y la moral no tienen por qué tocarse, pues pertenecen a campos de realidad distintos. Friedrich Hayek afirma que tendencias morales como la justicia sólo tiene sentido como regla de la conducta humana individual, y no como principio ordenador de la compleja sociedad moderna. Es decir: la moral no alcanza a lo social.
Desde otro punto de vista, el teólogo Michael Novak, del Instituto Religión y Democracia de EEUU, plantea una visión ética de la economía, basada en los supuestos del protestantismo calvinista. Invitado, si mal recuerdo, a nuestro país por la Universidad Católica, a comienzos de 1990 o 93, este teólogo sugirió que la riqueza es un signo de la bendición divina. Quiero creer que se olvidó de la sentencia: “ ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja a que entre un rico al cielo”.
El escritor Mario Vargas Llosa, frente a las críticas morales al orden capitalista, señala que “el capitalismo es una expresión de los límites de lo humano, el capitalismo es una expresión de la limitación de la mediocridad humana”, y luego concluye que “hay que aceptar y resignarse a la mediocridad, porque la mediocridad es lo único que nos ha traído el progreso”.
El sociólogo chileno Alejandro Muñoz explica que “en los nuevos tiempos que se están viviendo, el mundo de los negocios, la articulación del mercado mundial, el desarrollo tecnológico, las comunicaciones, han redefinido el campo específico donde se localiza la economía y, a la vez, han modificado la subjetividad moral de la sociedad. En la actualidad, por consiguiente, es extraordinariamente complejo establecer con total precisión la relación entre ética y economía, entre los sistemas morales y el aparato económico.
Pedro Cruz