Día de la Solidaridad
El 18 de agosto se conmemora en nuestro país el Día de la Solidaridad, inspirado en la obra del Padre Alberto Hurtado. Esta efeméride es vista como un pilar fundamental en el proceso de cooperación social, con la expectativa de mitigar, en alguna medida, las consecuencias de las inequidades que afectan de manera más profunda a las personas o grupos en situaciones desventajadas. La solidaridad implica reconocer y empatizar con el otro, y poner a su disposición recursos materiales y humanos que ayuden a reducir los efectos negativos derivados de esa realidad, siempre resguardando la dignidad de quien recibe la ayuda.
Estudios han demostrado que la solidaridad es uno de los pilares fundamentales de la cohesión social. De hecho, comunidades con una mayor integración tienden a ser más saludables, con niveles más bajos de pobreza y violencia. Sin embargo, los beneficios de la solidaridad no se limitan a lo colectivo; también existen efectos positivos a nivel individual para quienes practican acciones solidarias. Lo anterior se traduce en que las personas que se involucran en actos de ayuda hacia otro, tienen la oportunidad de ampliar y fortalecer sus relaciones interpersonales. Asimismo, estas acciones contribuyen a mejorar la autoestima y confianza en uno mismo, lo que repercute positivamente en el bienestar percibido.
La solidaridad no surge de manera espontánea, es una virtud que puede ser cultivada y enseñada. De este modo, podemos aspirar a concretar actos que incrementen nuestra sensibilidad ante las situaciones que afectan a los demás, sean conocidos o desconocidos, similares o diferentes a nosotros. Esto permite tomar una posición moral frente a las injusticias y el sufrimiento ajeno.
Jessica Candia Directora Carrea de Trabajo Social, UDLA, Sede Concepción