Convención Constitucional: menos vocerías y mayor comunicación
Por su naturaleza y objetivo, la Convención Constitucional es una institución política que apunta a todos los ciudadanos. Por consiguiente, el órgano tiene el difícil cometido de dar cuenta del resultado de sus debates y deliberaciones a la totalidad de una audiencia fragmentada, con claras diferencias entre si, que pasan desde lo etario y lo socio-económico, a lo ideológico y psicográfico. Desde esta premisa, hablarle a todos los ciudadanos, no es una tarea fácil.
Este no es el primer reto político que apunta a la fragmentación de audiencias. De hecho, las elecciones también tienen ese desafío y es por esto, que como una suerte de síntesis discursiva, la estrategia política recurre a la construcción de “señales”. Éstas permiten a la audiencia, reconocer, distinguir o incluso deducir mensajes que pueden llegar a profundidades determinantes para la toma de decisiones electorales. Así, las señales que construye la comunicación política, van configurando micro relatos que cuando se trabajan estratégicamente, articulan un discurso global que es funcional para intencionar percepciones en los segmentos de una audiencia.
Cuando analizamos el comportamiento de la Convención, sin duda que percibimos señales. Sin embargo estas no revelan una articulación premeditada, ni menos un relato consolidado. Lo que se desprende de su tenor, se asemeja más bien a variadas vocerías que se traslapan entre si. Así, una declaración de indulto para los detenidos del Estallido Social, o el ánimo interpelativo a otros poderes del Estado, o ciertas proclamaciones identitarias, no se transforman en activos de la institución, sino que más bien agreden su imagen debido a que no se está cumpliendo el objetivo encomendado.
El momento constitucional hoy exige dar señales concretas. La Convención necesita dar señales a la ciudadanía de que el proceso vivido hasta ahora tiene algún sentido en pos del gran objetivo constitucional y para eso, se requiere más comunicación y menos vocerías. El proceso constitucional se construye con la ciudadanía y para ello los Constituyentes deben ser evidentes en lo que se hace y lo que se pretende, porque esta tarea no se trata del llenado de una “hoja en blanco”, sino de construir la manera en que nos organizaremos como nación durante nuestro presente y futuro.
Felipe Palma Docente Escuela de Comunicaciones Universidad de Las Américas