Cuando la positividad se vuelve tóxica en las redes sociales
La tecnología ha generado cambios más acelerados en la sociedad y son muy pocos los que han tomado cierta distancia o quedado fuera de las redes sociales. La positividad tóxica es un concepto que explica la exacerbación de la felicidad en estas plataformas.
Las redes sociales funcionan con un cierto imperativo, donde no se transmiten emociones, problemas o dificultades del día a día, sino que se ofrece una imagen de lo bueno de uno frente a otros.
Así lo afirma, Alejandro Góngora, psicoanalista y académico del Centro de Estudios y Atención Psicológica de la Universidad San Sebastián, al referirse al positivismo extremo que inunda las redes sociales, “donde se muestra sólo lo bueno ya sean mis progresos, unas lindas vacaciones y en el fondo que tengo una vida feliz”.
El psicólogo señala que los adolescentes usan las redes sociales como una manera de ser reconocidos y éstas han sido aún más importantes a propósito de la pandemia a raíz de la disminución de los contactos interpersonales.
“Hay un filósofo y ensayista surcoreano que se llama Byung-Chul Han y que publicó el libro, La sociedad del cansancio, que aborda justamente este imperativo de la felicidad y de que, para serlo tenemos que ser buenos padres, alumnos o trabajadores. (…) No se muestran las dificultades, porque parecieran que no sirven para entrar a este mundo interpersonal y virtual. Me exploto a mí mismo para mostrar que soy feliz y que me adapto a la sociedad actual”, dice Alejandro Góngora.
Cada vez más feliz
El académico sostiene que cada vez hay que ser más feliz y “es de un imperativo positivo al extremo para construirse como sujeto y ser en el mundo. Todo lo malo y la angustia queda encapsulado. Por eso y aunque parezca una paradoja, en los países desarrollados han aumentado los diagnósticos de depresión”.
Y agrega que “de lo que estamos enfermos en nuestra sociedad es del exceso de estímulos, imperativos o de maneras de cómo deberíamos ser Todo esto empuja a una homogenización de la sociedad, donde son todos felices, pero de una misma manera. Es contradictorio, porque la felicidad es algo sumamente singular en cada persona”
Por eso, quien no logra este objetivo en las redes sociales queda invadido de la toxicidad de ese positivismo extremo, lo que deriva en depresiones y algunas adicciones o toxicomanías.
En esa categoría cabe, por ejemplo, la búsqueda del cuerpo perfecto y una vez logrado, seguir apuntando a una mayor delgadez o el excesivo consumo de productos, modas o gadgets, lo que se traduce en altos niveles de endeudamiento.
“Las personas pueden tender a borrarse o caer en adicciones para taponear su malestar De hecho, ahí está la búsqueda de un bienestar químico a través de drogas. Esto también puede provocar una medicación excesiva o dependencia de fármacos para la ansiedad o la depresión”, concluye el psicólogo USS.