Sistema de reparto de pensiones: mitos y realidades
Una de las grandes presiones que está recibiendo el presidente electo Gabriel Boric, es la mejora sustancial de nuestro actual de sistema de pensiones, que encabezan las AFP. El sentir popular, así como la cruda realidad, es que el actual sistema de AFP no ha logrado cumplir con las expectativas ciudadanas. En esa misma línea, muchas personas asumen que las bajas pensiones son el producto de la naturaleza privada del sistema y en esa lógica, muchos creen que reemplazar el sistema actual por un sistema estatal de reparto, sería la gran solución. El objetivo de esta columna es comparar nuestro actual sistema privado de pensiones con los sistemas de reparto, que, al parecer serían la solución a todos estos problemas, toda vez que, en la opinión pública en general, existe una suerte de idealización del sistema de reparto, y bajo esta lógica, sería la gran solución al sistema de pensiones chileno.
En primer lugar, es necesario definir que la tasa de sustitución del sistema de AFP es de alrededor de un 30%, vale decir, en promedio, un trabajador recibe una pensión equivalente a poco menos de un tercio de sus ingresos como trabajador activo. En la OCDE la tasa de sustitución promedio es de un 50% aproximadamente. En España, uno de los países con mejores pensiones de la OCDE, la tasa de sustitución es de cerca de un 73%, con un sistema estatal de reparto.
Sin embargo, hay grandes diferencias entre el sistema español y el chileno, siendo la más importante, la tasa de cotización. En Chile, un trabajador ahorra, en promedio, un 13% de sus ingresos para su pensión. En España, las cotizaciones alcanzar un 28% del sueldo de los trabajadores, siendo esa la primera explicación de la alta tasa de reemplazo española o a la baja tasa de reemplazo chilena. A nivel OCDE, Chile es uno de los países con porcentajes de ahorro más bajo para sus pensiones. Si se extrapolara la situación española a la chilena, vale decir, si en Chile se ahorrara alrededor de un 28%, las pensiones crecerían y serían equivalentes a las españolas. Por lo tanto, ni el sistema de reparto español es más eficiente que el chileno, ni el sistema privado de pensiones chileno es más ineficiente que el español, siendo la gran diferencia, el bajo porcentaje de ahorro que se realiza en Chile.
Por otro lado, todos los sistemas de reparto exigen un mínimo de años cotizados para poder acceder a una pensión. En el caso de España, se requiere cotizar, a lo menos, por 15 años para poder tener derecho a una pensión. En Chile, dada la alta informalidad laboral, la mayor parte de los trabajadores no alcanzarían este mínimo y se quedarían sin pensión. No olvidemos que antes de las AFP, en Chile existía un sistema de reparto. En este sistema, la tasa de cotización era superior al 20% y también se requería un mínimo de 15 años de cotizaciones para acceder al beneficio. De hecho, las estadísticas indican que alrededor del 50% de la masa laboral de aquella época, no tenía derecho a pensiones bajo ese sistema, puesto que no cumplían el mínimo de años que el sistema requería.
En resumen, no hay magia en el sistema de reparto. Los sistemas de reparto a nivel mundial, se sustentan con tasas de ahorro muy superiores a la chilena, así como mínimos de años cotizados. Esa es la gran explicación a su aparente éxito si se compara con las AFP. En esa misma línea, la naturaleza privada o pública de las pensiones, desde el punto de vista económico, no tiene relevancia. La solución está en aumentar la cotización, así como los años cotizados. La pregunta legislativa será ¿estará dispuesto el trabajador promedio a sacrificar parte de su sueldo actual por una mejor pensión?
José Navarrete Oyarce
Director Magister en Tributación
Universidad Andrés Bello