Realismo ¿mágico?
En octubre de 1988 los ciudadanos de este país (apéndice del continente) fueron convocados a las urnas para decidir por dos alternativas que…dichas en pocas palabras…significaba aprobar o no la continuidad en el poder del dictador Augusto Pinochet.
Los viejos de hoy recordamos la tensión vivida en la medida que se acercaba la medianoche cuando ya era imposible ocultar que la opción NO, esto…NO a que Pinochet siguiese en La Moneda por seis años mas (replicado los años que la tradición chilena le concedía al periodo presidencial) iba ganando.
Y…antes que se conociesen las cifras oficiales (que fueron un 44,01% para la alternativa SI y un 55,99% para el NO) el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea y en su calidad de tal miembro de la Junta de Gobierno Fernando Matthei, reconoció en un improvisado punto de prensa que se hacía evidente que la alternativa de rechazo había ganado.
La leyenda urbana cuenta que esa afirmación terminó por convencer a Pinochet que había perdido y se olvidase de cualquier intentona golpista desconociendo la voz mayoritaria de la ciudadanía.
Así las cosas los chilenos fuimos llamados nuevamente a las urnas…está vez…para elegir entre tres candidatos
Hernán Buchi de la UDI que sacó el 29,40% de los votos. Francisco Javier Errazuriz (independiente y el típico candidato por fuera de la derecha) con el 15,43% y…el ganador…el demócrata cristiano Patricio Aylwin que obtuvo el 55,17%…es decir…casi el mismo porcentaje del NO.
Y llegó a La Moneda el mismo político que había firmado con Salvador Allende…en representación de su partido el Estatuto de Garantías Constitucionales mediante el cual este se comprometía a respetar nuestra tradición republicana y…a cambio de ello…la DC, que era mayoría en el Congreso…votaría por él. .en aquellos tiempos en que no existía el balotaje y eran diputados y senadores los llamados a dirimir entre las dos primeras «mayorías relativas» como se les denominaba en esos tiempos. La historia nos dice que fue lo que Allende terminó haciendo con su copia del documento que lo instaló en el Palacio de Gobierno.
Entonces soy parte de la generación que vivió los cada vez más tensos 1000 días del gobierno de la Unidad Popular que dividió irremediablemente a Chile en dos bandos. Había odio y desprecio en el ambiente. Había enojo e ira entre los más desposeídos porque veían en Allende al hombre que los sacaría de su miseria y protegería de los abusos.
Soy la generación que vio retornar después de 17 años a un civil a dirigir los destinos del país y tuvimos la secreta esperanza que se encargaría de algo lo más parecido a un borrón y cuenta nueva de todo aquello que heredamos de la dictadura y que favoreció sin vergüenza alguna la acumulación de riquezas de unos pocos.
Creímos desaparecerían las Isapres y las AFPs, que volverían a formar parte del patrimonio estatal las empresas que habían sido vendidas a precio vil a privados. Que toda esa gigantesca infraestructura industrial y empresarial, creada por CORFO, volvería al fisco.
No esperábamos un «borrón y cuenta nueva» porque también el neoliberalismo nos había sacado del vergonzoso grupo de países monoproductores pero «algo más que fuera» como diría un cantor popular.
Pasó Aylwin…llegó Freí (hijo) quien demostró que no todos los tigres tienen hijos con rayas y las privatizaciones aumentaron. Carreteras y el agua por mencionar las más relevantes
Luego Lagos…el hombre del dedo. Al que los empresarios amaron porque nunca antes habían hecho tantos y tan buenos negocios según el decir de Hernán Somerville…presidente de la agrupación que reúne a los banqueros en aquella época
No por nada Gabriel Boric dijo que Lagos ‘representa la peor cara de la Concertación’.
Terminamos por convencernos que este ‘hombre nuevo que pasó por las grandes alamedas» no había venido a recuperar el espíritu social perdido sino que tan solo a administrar el sistema que los Chicago Boy’s instalarán desde mediados de los 70.
Hay politólogos que afirman que no fue Bachelet II el último gobierno de la Concertación (o Nueva Mayoría como pasaron a llamarse cuando se incorporó el Partido Comunista). Que ese título se lo merece…ampliamente ..el que ahora juega los descuentos.
Y los treintena de hoy. .como mi generación sesenta…esperan de Boric lo que nosotros de Aylwin.
Este tenía sobre sí…como amenazante capa a los militares recién regresados a sus cuarteles y que sin duda estaban pendientes de cualquier acción del gobierno entrante que les perjudicase de cualquier forma. Por ese ojo atento es que en su momento Aylwin dijo la frase con la que pasó a la historia; «Justicia en la medida de lo posible».
Hoy los militares no son el cuco. Son el mundo empresarial que…después de impuestos…son dueños del 90% del país. Y vaya usted a arrastrarles el poncho.
Y si a ello sumamos que la oposición tiene el 45% de la Cámara y el 50% de los senadores…se las vera negra el párvulo presidente para satisfacer las demandas de transformaciones que la calle puso sobre la mesa desde el 18/10.
Y…como si fuera poco, un fisco desfinanciado y además en junio de este año otra vez a las urnas para aprobar o rechazar la nueva constitución.
Pobre mi Chile que debió elegir entre los dos peores candidatos a la presidencia de que yo tenga memoria.
Alejandro Iglesias