Inflación, un impuesto a los más pobres

Hace algunos años, nadie en Chile hablaba de inflación. A pesar de que siempre han existido las alzas de precio, los niveles de estas en nuestro país eran tan marginales que la inflación nunca fue tema en las portadas de diarios ni tampoco en la sobremesa familiar.

Lamentablemente, el panorama actual es absolutamente distinto. La inflación es un tema cotidiano y está en las conversaciones y decisiones del día a día. Los niveles de inflación actual, con los tres últimos meses sobre el 1% mensual y con un acumulado acercándose al 12% anual, corresponden a niveles no vistos desde los años 90 en nuestro país.

El objetivo de esta columna no es tratar de explicar o justificar el origen de este fenómeno, sino que reflexionar como la inflación afecta a la ciudadanía, sobre todo a los más pobres, sobre la base de la idea que la inflación es un impuesto a los más pobres.

Si bien la inflación no es un impuesto por definición, son los más pobres los que más tienen que “pagar” o bien, son a quienes más les afecta el escenario actual.

Para entender este concepto, hay que considerar que todas las familias dedican parte de sus ingresos al consumo: alimentación, transporte, vestuario, etc. A mayor nivel de ingreso, el consumo nominal es más alto, sin embargo, el consumo relativo, vale decir, respecto del ingreso es más bajo. A modo de ejemplo, una familia con un ingreso de 700 mil pesos podría destinar el 50% de este a consumo, vale decir 350 mil. En la otra vereda, una familia con ingresos por 4 millones podría destinar 1 millón a consumo, lo que representaría solo un 25% de sus ingresos. En función de esto, quienes más destinan sus ingresos a consumo, son las familias más pobres y, por ende, es a quienes más afecta este proceso inflacionario.

En segundo lugar, las familias de menores ingresos tienen un alto nivel de deuda, dado que, muchas de ellas, consideran el uso de tarjetas de crédito como herramienta para lograr gestionar sus ingresos. La inflación ha obligado al Banco Central a subir la tasa de interés, por lo que el uso de estos instrumentos se hace cada vez más oneroso, afectando directamente a los hogares con menores ingresos. Finalmente, estos niveles de inflación generan una alta barrera para la adquisición de propiedades, por los precios indexados en UF y las altas tasas de los créditos hipotecarios. En ese escenario, quienes tengan menos capacidad de ahorro son quienes más dificultades tienen en el proyecto de comprar una casa o departamento, estando obligado a seguir pagando arriendo, los que, dado el mismo fenómeno, no han parado de subir.

En conclusión, se hace de vital importancia el adecuado manejo de esta situación, ya sea por el Banco Central, organismo obligado por ley a controlar la inflación, así como del gobierno, dado que, como ya se ha demostrado, quienes más efectos negativos tienen con ella, son los sectores más desposeídos de nuestra sociedad.