Viruela del mono, una zoonosis viral

En las últimas semanas ha sido noticia a nivel internacional la aparición de casos de viruela del mono, enfermedad que, sumada a la pandemia por coronavirus, ha levantado las alertas sanitarias en todo el mundo.
La viruela del mono o viruela símica se describió por primera vez en humanos en África, durante la década de los 70. Es un virus resistente al ambiente con un genoma de ADN que se transmite entre humanos y se mantiene en animales silvestres con potencial zoonótico, es decir, animales infectados que pueden infectar humanos.
Los signos y síntomas de la viruela del mono son fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor de espalda, ganglios linfáticos inflamados y sensación general de incomodidad y agotamiento. Pasados uno a tres días desde el inicio de la fiebre se desarrollan erupciones cutáneas típicas similares a la viruela. La enfermedad se hace aparente entre 5 a 21 días luego de la infección y suele durar de 2 a 4 semanas.
Han aparecido casos en distintos países de Europa y América del Norte en un periodo corto de tiempo, por lo que cabe preguntarse si estamos frente al comienzo de otra pandemia. No se sabe aún si el aumento de casos se debe a una modificación del virus de la viruela del mono o a un cambio en la población que permite la distribución del virus. A diferencia de la situación en África, la mortalidad en países desarrollados ha sido casi nula.
El virus aislado de los casos recientes es genéticamente similar al de la viruela del mono asociado a las cepas que se encuentran en el oeste del continente africano, las cuales poseen una menor letalidad entre el 1 y 4 %, sin embargo, el virus aislado en Portugal presenta cambios genéticos de los cuales no se conocen las características de patogenicidad respecto a las cepas ya conocidas.
Por otro lado, es relevante considerar las secuelas que deja la infección por COVID-19, entre las cuales está la disminución de células T del sistema inmune, lo que se ha descrito incluso en personas con infecciones asintomáticas por SARS-CoV-2. Esto es preocupante, pues la población con un sistema inmune deprimido probablemente no podrá defenderse de forma óptima contra un patógeno nuevo.
Es interesante notar que la mayoría de los casos de viruela del mono ocurren en personas nacidas después del término de la vacunación contra la viruela a fines de los años 70. Se sabe que vacunas contra la viruela entregan protección contra la viruela del mono. El organismo estadounidense CDC ha entregado indicaciones sobre el posible uso de estas vacunas, pero dado que el número de casos se mantiene bajo, aún no se proyecta su uso.
Independiente de cuál sea la causa del aumento de casos, la situación contra la viruela del mono en lo que respecta a control de la enfermedad es distinta a la del coronavirus. Los virus con genoma de ADN, como el de la viruela del mono, mutan a un ritmo mucho menor comparado con el coronavirus que cambia rápidamente, lo que significa que la vacuna contra la viruela no va a perder su efectividad tan ágilmente como sucede con el virus de la pandemia que enfrentamos actualmente.
El virus de la viruela del mono se puede transmitir por contacto directo con personas o animales infectados, material contaminado, heridas y material orgánico proveniente de lesiones de la enfermedad. Lo anterior recalca la relevancia de incluir entre las medidas de prevención el control de los reservorios animales y la vigilancia epidemiológica de estos últimos. Adicionalmente, es importante considerar que el virus de esta viruela puede transmitirse por vía aérea, por lo que el correcto uso de mascarillas que efectivamente protejan contra patógenos de transmisión respiratoria como el COVID-19, sigue siendo una de las mejores herramientas para prevenir contagios.
Es de esperar que debido a la experiencia adquirida durante la pandemia y por las características del virus, el impacto de esta infección sea limitado, para ello es fundamental el trabajo coordinado y multidisciplinario entre organizaciones internacionales como la OMS y los gobiernos locales, así como considerar que la salud pública humana estará siempre ligada a la salud de las poblaciones animales con las que las comunidades se rodean.

Ramón Zegpi, PhD en Ciencias Biomédicas Académico Escuela de Medicina Veterinaria Universidad de Las Américas