¿Qué pasa con el proyecto de ley para modernizar las adopciones?
Según la Unicef, por cada tres meses que un niño está en una institución, retrocede un mes en su desarrollo. Esto está pasando en nuestro país donde cerca de 200 mil niños, niñas y adolescentes (NNA) permanecen institucionalizados por causas como el abandono, riesgo, violencia, vulneración y muchas otras tristes razones.
Cada día, mes o año que pase, marcará para siempre una tremenda diferencia entre estos niños y aquellos que tienen la posibilidad de crecer dentro de una familia.
Los últimos años, las continuas noticias sobre las condiciones y situaciones que viven a diario nuestros niños, nos producen horror, espanto; pero, al poco rato vuelven a quedar en el olvido, mientras algunos de ellos seguirán viviendo su calvario.
La mayoría de los NNA que están en el Servicio Mejor Niñez, no están esperando un proceso de adopción; sin embargo, su situación no es muy distinta a aquellos que han sido declarados susceptibles de ser adoptados. Permanecen ahí, bajo la protección del sistema estatal, porque en sus familias de origen no se ha encontrado a alguien que tenga las capacidades necesarias para darles el debido resguardo y porque el Estado no cuenta con recursos destinados a financiar especialistas que apoyen a estas familias para recuperar a sus niños.
Es justo y necesario privilegiar que los niños y niñas regresen con su familia de origen, pero de nada sirve esa intención si pasan y pasan los años y estos niños y jóvenes siguen siendo olvidados y no se visualizan grandes esfuerzos por cambiar su situación.
En definitiva, hay que hacer algo ahora, entonces la pregunta es: ¿en qué está el proyecto de ley que pretende modernizar los procesos de adopción? Desde que la Comisión de Constitución del Senado ratificó en marzo pasado la idea de volver a legislar, no hemos sabido nada al respecto.
El sistema puede y debe ser corregido, y así lo propone el proyecto de ley sobre adopción entrampado en el Congreso. Introduciendo modificaciones para hacer más expedito el proceso, reduciendo los tiempos y modificando las causas por las cuales se puede declarar la susceptibilidad de adopción. Esta podría decretarse cuando los padres o cuidadores han incurrido en maltrato físico o psicológico, o expuesto a situaciones de extremo riesgo.
Del mismo modo, cambiaría el orden de prelación. La ley vigente otorga la primera preferencia a los matrimonios chilenos residentes en el país y la segunda a los matrimonios extranjeros, aun no siendo residentes. Ahora se agregarían como segunda preferencia a solteros, divorciados o viudos. También podrían participar en el proceso las familias cuidadoras y se abre la opción de que el cónyuge de padre o madre biológica pueda adoptar a quien perciben como su hija o hijo, y en el caso de los NNA de entre 14 y 18 que puedan opinar.
Tenemos una deuda con los niños y niñas: el primer paso para comenzar a pagarla es agilizar los procesos legislativos para una ley que, con más de 20 años de vigencia, debe ser actualizada en sintonía con los tiempos que vivimos.
El destino de estos niños puede y debe cambiar y eso es responsabilidad de todos, no sólo de ellos que con mucho esfuerzo algunas veces lo logran solos. Los niños no nacen malos o buenos, pero sus experiencias de vida pueden marcarlos para siempre.
Las esperanzas quedan en estos cambios legislativos, pero también deben permanecer en nuestro compromiso, en hacerles sentir cuánto nos importan y que ¡no los olvidamos!
Carmen Gloria Arroyo, abogada y socia Grupodefensa.cl