Exportaciones, cambio climático y alza en los costos
El sector silvoagropecuario es, sin duda alguna, un eje central de desarrollo económico, tanto en la generación de empleo (47,2% según algunas investigaciones) como en el desarrollo tecnológico y de abastecimiento de necesidades de consumo internas, y aunque aporta, aproximadamente, un 3% del PIB país, en promedio es uno de los ejes claves de las políticas de desarrollo nacional.
Es así, como la agricultura y la exportación de productos agrícolas chilenos se ha tomado el mercado internacional, siendo el número uno en uvas frescas, arándanos frescos, ciruelas secas, ciruelas frescas, manzanas deshidratadas y el segundo en cerezas frescas y nueces con cáscara, y número tres en nueces sin cáscara, vino a granel y frambuesas congeladas, según datos de ODEPA.
La exportación de fruta fresca fue, en el primer trimestre de 2024, de 1.016.891 toneladas (13% más que el período anterior), siendo los tres principales productos uva de mesa, cerezas y ciruelas, dirigidos, principalmente, a las dos potencias económicas mundiales, Estados Unidos y China, este último país es nuestro mayor consumidor de cerezas, el producto estrella de la industria frutícola chilena, el cual se dirige, fundamentalmente, a la fiesta de año nuevo chino.
Aunque la industria agrícola chilena se ha visto potenciada, esto ha llevado al “síndrome del exportador”, en el cual la mayor parte de los agricultores, como todo empresario, busca incrementar sus utilidades y expandir sus mercados, buscando hacer colocaciones de sus productos en el exterior, no solo por precio, sino también para evitar estacionalidad de la demanda interna, lo que provoca disminución de la oferta de fruta a nivel nacional, incrementando los precios de estas (hasta un 50%), lo que impacta, en forma directa, al bolsillo de los consumidores nacionales.
Aunque no solo la exportación genera incrementos en los precios de las frutas comercializadas, también lo hacen otros factores claves como el costo de los insumos y logística (factor USD$), la mano de obra (cada vez más escasa y menos calificada por migración hacia las ciudades) y el cambio climático. Este último factor ha impactado, directamente, sobre la forma en la que los agricultores están produciendo sus productos, viéndose enfrentados a altas temperaturas, heladas, lluvias intensas en invierno, lluvias tardías en flor y en fruto, afectando la cantidad de fruta y dañando estas, incendios que han arrasado con todo a su paso, y sobre todo, la disponibilidad de agua, la cual, en muchos casos, no solamente ha disminuido su volumen, afectando el riego en los cultivos, sino también, por el poblamiento de zonas agrícolas, se han generado contaminaciones de fuentes fluviales y de napas.
Todos estos elementos han llevado a los agricultores, tanto pequeños como grandes, a tomar medidas que implican un costo económico, ya sea adaptando el entorno y mejorando este para una adecuada producción o, simplemente, dejando de producir (lo que llevó a recortes de cultivos y superficies sembradas). Por lo cual, el incremento en los factores productivos, sumado al cambio climático y su efecto directo en la agricultura, la disminución en la superficie sembrada y el factor exportación, han provocado un aumento en los precios de las frutas y productos agrícolas comercializados, es decir, tal como se puede escuchar en las ferias libres “está todo más caro”.
¿Soluciones?, es complejo hablar de soluciones cuando el principal objetivo, y foco de desarrolló de fondos públicos, es impulsar la exportación de productos agrícolas. Pero el éxito de otros países radica en potenciar a la agricultura familiar-campesina, la cual, en muchos casos, no busca exportar sus productos, o su totalidad, sino más bien, establecer mercados y una demanda continua, con cultivos en ciclos de demanda, en conjunto con un desarrollo de políticas públicas que permita mantener al agricultor como productor neto, evitando la migración, efectos del cambio climático y la disminución de superficies sembradas. La agricultura es estratégica para el desarrollo de las sociedades avanzadas, y tal como dijo Tomás Moro “El campo son los pies que sostienen a la nación”.
Camilo Cornejo Orellana
Ingeniero Agrónomo
Académico Ingeniería Comercial
Universidad Andrés Bello