Side by Side
En abril de 1969 Canal 13 puso en el aire un programa de debate político insuperado hasta hoy y del cual los ahora en pantalla, como Estado Nacional o Tolerancia Cero son sus tributarios.
Me refiero a A ESTA HORA SE IMPROVISA.
Su conductor fue Jaime Celedón, actor y publicista. Los panelistas estables eran Germán Becquer, Enrique Campos Menéndez, Julio Martínez, Jorge Navarrete, José María Navasal y Jaime Guzmán.
En uno de sus ediciones recuerdo a éste último exhibir el facsímil del voto que sería usado en Bolivia en unas cercanas elecciones parlamentarias.
Si mal no recuerdo medía un metro veinte de ancho por ochenta centímetros de alto.
Explicaba tamaña proporción la gran cantidad de candidatos y que cada uno de ellos aparecía con su fotografía. ¿La razón? En ese momento más del 60% de la población era analfabeta.
Y…mientras sostenía la hoja ante la cámara dijo; «No quiero esto para mi país».
Es probable que de mucho antes Guzmán hubiese estado «maquinando» el bipartidismo de facto que se consagró en nuestro país con el advenimiento de la nueva constitución, la del 80.
En ese momento en Chile existían algunos partidos que hasta hoy sobreviven como la Democracia Cristiana, el Partido Comunista y el Socialista, el Radical. En la derecha el Partido Nacional que derivara en Renovación Nacional de hoy día, el Conservador y el Liberal. A ellos sumar la Izquierda Cristiana y el Mapu, ambos escindidos de la DC, Izquierda Radical, subdivisión del PR, y, por último, la Accion Popular Independiente. Todos los movimientos de izquierda pasarían a conformar la Unidad Popular, base política que llega al gobierno de la mano de Allende y, ya en 1973, el Mapu Obrero Campesino salido del Mapu original.
En total, once partidos políticos.
Ello se traslucia en constantes pugnas por las cuotas de poder que cada partido se sentía merecedor en donde…por cierto…los grandes…como los peces en el mar…se comían a los más chicos.
También se hacían evidente los personalismos.
Los 70 se caracterizó por ser una era de verdaderos «monstruos» de la política chilena…no replicada ni menos superada por los que hoy pululan entre el Congreso y los matinales.
Así y todo se pensaba que ONCE PARTIDOS POLÍTICOS era un despropósito porque no había (ni hay) tantas formas de ver e interpretar la realidad (porque eso de que es; «según con el color del cristal con que se mire» es más una metáfora algo grosera que la expresión de una verdad) y por ende…no había tantas formas de gobernar con alguna posibilidad de éxito.
Si bien es algo caricaturesco…maniqueista, lo cierto que, póngale el nombre que guste básicamente siempre hay tres grandes troncos de donde pueden derivar por algún tiempo ramas que daran pocos frutos y terminarán secandose. Y siempre nos queda la izquierda, el centro y la derecha.
Uno de los méritos que se le reconoce a la Concertación fue la estabilidad politica y su exitosa práctica de los acuerdos.
Eran los tiempos en que Allanand o Leturia llegaban a acuerdos con Aylwin, Freí o Lagos.
La Constitución consagraba el sistema de elección binominal que se traducía en favorecer la expresión política de los dos grandes bloques. Centro Izquierda por un lado, Derecha por el otro. El Partido Comunista no llevaba velas en éste entierro y sólo en el 2009 volvió a tener representación parlamentaria.
Si Jaime Guzmán consideraba terrible la existencia de ONCE partidos políticos nos podemos imaginar qué diría hoy que tenemos VEINTIUNO.
Tal proliferación se explica porque hoy día los acuerdos son tan escasos y porque el gobierno…como el Huaynito, baila dando un paso para adelante y dos pasos para atrás.
Explica como somos testigos que luego de tres meses los grupos aún no logran ponerse de acuerdo con el tema constitucional.
Y ahí están, como si fuese un partido de poker, un poco blufeando, un poco escondiendo y/o contando cartas y subiendo o bajando apuestas.
Sus cincuenta electos y veinte expertos más.
Y el otro agrega; mis pueblos originarios. El cuarto dice; yo sumo paridad de género (y el infaltable chusco salta y pregunta ¿lgbt incluidos?).
Entonces el presidente de Convergencia Social, partido del Presidente propone mejor volver a la mesa y seguir con este malsano juego en Septiembre del próximo año porque, claro, supone que a las puertas del aniversario número 50 del golpe de Estado las condiciones emocionales en que estará el país serán más proclives a la izquierda porque…ciertamente…en éste dime y el gobierno no ha dicho ni pío ante la posibilidad de un plebiscito de entrada porque tienen la certeza que lo pierden y se iría al tacho de los desperdicios aquello de que Chile quiere una nueva Constitucion.
Tal como no se oyó entre tantas demandas del estallido social.
Alejandro Iglesias