El otro 18 de octubre

ELPROA
El Diario de San Antonio

¿Qué tienen en común el 18 de octubre de 1944 y el 18 de octubre de 2019?
Una causa común y postergada: la pobreza. La primera fecha se instala en los anales a partir de una experiencia individual. La epifanía que experimenta Alberto Hurtado en lo que la historia llama “el encuentro con el mendigo”; hoy decimos “el encuentro con una persona en situación de calle”. El hombre era misérrimo, estaba enfermo y se guarecía en un zaguán. El padre Hurtado le pasó unos billetes y lo dejó en uno de los pocos albergues existentes, el del Ejército de Salvación.
Al mismo tiempo, se sintió golpeado, asaltado por la convicción de que “el pobre es Cristo”. Esa clarividencia lo llevó al día siguiente, en un retiro, frente a unas “250 señoras y señoritas”, a manifestar la urgencia de crear “un hogar para los pobres”. La solidaridad femenina se desató de inmediato, en la forma de importantes donaciones: joyas, tierras.
Había nacido el Hogar de Cristo un 19 de octubre, hace exactamente 80 años.
La segunda fecha fue un estallido social masivo, donde a la legítima rabia por la vulnerabilidad y desigualdad de oportunidades de millones chilenos, devino el caos y la violencia progresiva, para algunos, espontánea; para otros, orquestada. Recomiendo la edición de este mes de revista Mensaje –fundada por Hurtado, en 1951, un año antes de su muerte–, centrada en ese fenómeno que sigue sin respuesta.
Ambos 18 de octubre permiten reflexionar sobre cómo ha evolucionado la pobreza, la que ya no se entiende como mera falta de ingresos, sino que sabemos tiene múltiples dimensiones. Parafraseando una de las citas más anticipatorias de nuestro fundador: hoy las personas no quieren caridad, necesitan y exigen justicia.
Hogar de Cristo está cumpliendo 80 años con el foco puesto en la superación de la pobreza en sus múltiples dimensiones. En educación, a través de Súmate, re-escolarizamos a niños, niñas y jóvenes que tienen vulnerado su derecho a la educación. En materia habitacional, el audaz programa Vivienda Primero contribuye a sacar a personas mayores de la calle y a reducir el déficit de viviendas. En el ámbito de la salud, apuntamos a fortalecer la autonomía de personas con dependencia y con discapacidad mental, incluyendo el consumo problemático de drogas. En trabajo, Emplea y Fondo Esperanza insertan a personas que están al margen del mercado laboral y apoyan emprendimientos personales con la entrega de microcréditos y formación, respectivamente.
Nuestro sello es que intervenimos en las distintas etapas que vive una persona en pobreza. En general, las fundaciones tienden a tener una causa. Instituciones como la nuestra, que abarca lo preescolar, incluye la educación, el trabajo con adultos en calle, el cuidado de las personas mayores, cerrando el ciclo con servicios funerarios, son difíciles de encontrar.
“A medida que surjan nuevas necesidades, que esta institución se adecue a ellas”, escribió el padre Hurtado en una carta que envió a los amigos del Hogar de Cristo, días antes de morir. Hemos sido fieles a esa visionaria impronta de adecuación e innovación. Nuestra causa es la pobreza, que hoy no se limita a mitigar sus dolores, sino a trabajar por su superación.
Contribuimos desde la sociedad civil. Lo hacemos porque sabemos actuar con rapidez y adelantarnos a implementar modelos sociales adecuados, que luego pueden ser asumidos como política pública o por el mismo mercado. Otro sello muy nuestro es la fuerza de nuestros voluntarios y aportantes. En la carta póstuma que mencionamos, el padre Hurtado convocó a “los chilenos de corazón generoso” a contribuir con el Hogar de Cristo. Y eso se mantiene; la mitad del financiamiento de nuestra fundación proviene de personas comunes y corrientes.
Actualmente, en el país, hay más de 400 mil organizaciones de la sociedad civil. Un cuarto de ellas nació antes de 1989; muy pocas vienen acompañando el devenir de nuestro país desde 1944. Hogar de Cristo es pionero, experto, responsable e innovador: no en vano celebramos 80 años construyendo juntos un Chile sin pobreza.

Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo del Hogar de Cristo