No somos mártires, tenemos vocación
La preocupación por el bajo interés por postular a las carreras de pedagogía continúa. Hace unos días atrás, el CRUCH entregó un análisis a los procesos de selección y postulación, donde estos últimos dos años, los cupos para estudiar carreras de pedagogía en música, arte, lenguaje y educación diferencial no han logrado completar las vacantes de parte de los estudiantes que hoy rinden la Prueba de Transición (PDT). No olvidemos, que ya venimos arrastrando una merma en otras disciplinas, como lo son matemática, historia, filosofía, entre otras.
Las opiniones ante esta problemática son diversas, y muchas apuntan a la ley de desarrollo profesional docente (Nº 20.903) y sus puntos a favor y en contra a más de 4 años en que esta entrara en vigencia. Si bien, se han mejorado considerablemente los sueldos y la oportunidad de cursar programas de educación continua en forma gratuita, aún se hacen críticas en cuanto a la demanda laboral que poseen los profesores, que en gran parte se traducen en cuestiones de carácter administrativo. Ni hablar de la sobre demanda actual, como consecuencia de las clases virtuales. Lograr que los estudiantes estén atentos; una conexión a internet apropiada; apoderados enojados porque no le prestan atención a su hijo/a, entre una serie de otros desafíos que los profesores han tenido que sortear.
Elegir una carrera de pedagogía en Chile, sigue siendo una profesión estigmatizada por su desvalorización, arduo trabajo y bajo sueldos. ¿Se imagina usted una sociedad sin profesores? O una pandemia, sin el personal de salud. Definitivamente nos hemos alejado de esta importante reflexión, le damos cabida a opiniones de personeros políticos y privados, quienes opinan con total desparpajo sobre educación y docencia sin haber estado con ‘los pies en el barro’en un jardín infantil o colegio. A estos personeros los invito a que visiten una escuela con alto índice de vulnerabilidad escolar, y observen la diversidad de situaciones a las que se ve sometido un profesor o profesora en el aula; se darán cuenta que no somos mártires, pero sí tenemos vocación.
Si queremos fortalecer y animar a que los jóvenes en Chile se entusiasmen por estudiar una pedagogía, es necesario dar a conocerlo determinante que es para un país el quehacer docente, y sobre todo, dejar de emitir juicios de quienes poco o nada conocen del significado de ser una educadora o educador en una sociedad que necesita el esfuerzo por dignificar una profesión por siempre poco valorada.
Carlos Guajardo
Académico Facultad de Educación, UCEN