La vejez como fuente de vida

La pandemia del coronavirus nos deja enormes lecciones como sociedad. Quizá la más valiosa es la que viene desde las personas mayores, grupo etario de alta vulnerabilidad frente al virus, pero que en medio de este panorama adverso ha sabido entregar ejemplos a la población más joven.
Dado este escenario, como profesional del área de la salud y terapeuta ocupacional que trabaja con personas mayores, me sumo a las críticas a la medida de la OMS de considerar la vejez como una enfermedad. La entidad internacional detalla que se trata de una modificación en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados, “un instrumento fundamental para identificar tendencias y estadísticas de salud en todo el mundo”. Pero, ¿corresponde patologizar la vejez como etapa del curso de vida?
Más allá de ser un elemento técnico de categorización, es importante poner el acento en la estigmatización e impacto que una medida así genera. En momentos donde una crisis sanitaria problematiza y obliga la implementación de nuevos lineamientos para abordar la salud, es fundamental resignificar la vejez, así como analizar y dimensionar el importante el rol que cumplen en nuestras vidas y en la sociedad las personas mayores.
Una forma de aportar a su bienestar físico y mental es dejar de verlos como un grupo vulnerable. Son ellos los que en medio de esta crisis han sabido dar lecciones de fortaleza, cumpliendo, por ejemplo, con las medidas de autocuidado y las cuarentenas, acudiendo responsablemente a vacunatorios y, en muchos casos, estableciendo acciones de educación entre sus redes más próximas. Validarlos por sus capacidades y compromiso es reivindicarlos como promotores de vida y salud. Clasificarlos, tal como sugiere la OMS, es retroceder en el camino avanzado a favor de su inclusión y del respeto de sus derechos, así como en el resguardo de sus espacios de participación. La invitación es a entender la vejez como una etapa normal de la vida, llena de sentido, significado y de profunda experiencia.

Álex Ríos Ruiz
Académico de Terapia Ocupacional
Universidad San Sebastián