Cambio de mando y reforma tributaria

Ad portas del cambio de mando y el comienzo del gobierno del presidente Gabriel Boric, la opinión pública posee amplias expectativas sobre la gestión del nuevo mandatario, en base a sus promesas de campaña. Sin embargo, no se debe olvidar que una idea o una promesa, por muy espectacular que parezca, requiere financiamiento.

En ese sentido, se hace vital para el nuevo gobierno, promover una nueva Reforma Tributaria, situación que ya fue prevista y anunciada durante la campaña. En ese contexto, el objetivo de esta columna, es revisar las propuestas tributarias del nuevo gobierno con respecto a las últimas reformas llevadas a cabo.

En primer lugar, se debe recordar que en los últimos años se han realizado dos profundas reformas tributarias, una de ellas el 2014 de la mano de la presidenta Bachelet y la última, vigente a contar del 2021 promovida por el presidente Piñera. En el caso de Bachelet, lo más relevante fue la eliminación del FUT y la incorporación del concepto de renta atribuida. En el caso de Piñera, se volvió parcialmente a la integración y se creó un régimen general y otro para Pyme.

Sobre la base de esto, el presidente Boric ha planteado una desintegración total del sistema, vale decir, separar la tributación de la empresa de la de sus socios, bajo la premisa que, con esto, se eliminan posibilidades de evasión. Por otro lado, espera subir los impuestos a las personas naturales en los tramos más altos. No obstante, se indica que se pretende mantener regímenes diferenciados para Pymes.

Respecto del impuesto de primera categoría, se indica que no habrá aumentos de tasas ni tampoco se modificara el régimen para inversionistas extranjeros ni se revisarán los convenios para evitar la doble tributación internacional. Adicionalmente, se indica que se establecerán mecanismos para que, en el sistema desintegrado, la carga tributaria máxima sobre utilidades distribuidas, esto es, considerando impuestos corporativos y personales conjuntamente, se ubique en torno a la mediana de la OCDE, vale decir un 33% aproximadamente.

Por otro lado, se pretende modificar exenciones tales como a las propiedades DFL2, Renta Presunta, Ganancias de Capital, entre otras, a pesar que gran parte de ellas ya fueron modificadas a propósito del financiamiento de la Pensión Garantizada Universal recientemente aprobada.

Para finalizar, se debe tener presente que esta Reforma Tributaria es clave para el nuevo Gobierno y probablemente la disyuntiva sea simplificar o no simplificar el actual sistema, buscando equilibrar las propuestas y fuentes de financiamiento, sin olvidar que cualquier modificación en los impuestos siempre tendrá una repercusión en la economía. Ahora bien, como opinión pública, estamos llamados a seguir el proyecto que se enviará, esperando que haya un correcto equilibrio entre el componente técnico de la reforma, y el aspecto político de la misma.

José Navarrete Oyarce
Director Magister en Tributación
Universidad Andrés Bello